A propósito de Fátima Zahra (as)

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Es obvio que desde la óptica de la Ummah Islámica el Corán es el fuerte asidero al que todos los musulmanes tenemos que agarrar. Porque, al considerarse el gran cordel, tiene la característica de moldear nuestra existencia en todas sus vertientes. Por tanto la obligación de recurrir a él es una notoria evidencia.

En un plano subyacente, la historia como registro de eventos es, también, una fuente que fertiliza el terreno emocional y nutre el campo cognitivo sobre todo cuando se trata de acontecimientos cuya dimensión supera lo puramente histórico para cobrar grados superiores y decisivos en la vida del musulmán en la actualidad. Así que no se trata de recordar un hecho histórico con el ánimo de avivar sentimientos y emociones o para buscar refugio en un mundo imaginario huyendo de los desafíos de la vida cotidiana. En efecto con esta precisión me refiero a unos fragmentos históricos candentes, inmortales, dinámicos, vivaces que no caducan ni perecen. No son el tipo de hechos pasados y encerrados en el baúl de la historia. Cabe mencionar que son pocos estos fragmentos históricos fluorescentes que desde remotas épocas siguen emitiendo sus irradiaciones al mundo de hoy.

Una de estas distinguidas parcelas de la historia cuya luz ha de iluminar el itinerario de nuestra vida es el martirio de Sayeda FÁTIMA ZAHRA (P). Vivimos estos días la conmemoración de su fallecimiento, recordamos la dama de las señoras, el modelo de la bondad, la honorabilidad, la honestidad, la benignidad, la generosidad, la castidad, el desapego y un sinfín de caracteres dignos de esta resplandeciente.

Dice Allah:”La espuma desaparece y lo beneficioso para la gente permanece en la Tierra. Así como Dios pone los ejemplos”13/17.

Se desprende de ese versículo la existencia de dos estados uno superficial y otro sustancial. Para extrapolar su espíritu al campo de nuestra conmemoración tendríamos que aprovechar este acto en busca de lo beneficioso. Las emociones no duran, las lágrimas se secan, la tristeza poco a poco va atenuándose. En cambio lo beneficioso es proyectar la vida de Fátima (P) en nuestros hogares, procuremos reflejar sus caracteres en nuestra conducta. Lo beneficioso es inculcar a nuestros hijos los valores que encarnaba sayeda Fátima (P). Lo beneficioso es aprender de ella la manera de llevar al buen puerto la vida matrimonial. Aprender de ella cómo se puede vivir en un ambiente de amor y armonía: Fátima barría la casa, horneaba pan mientras ‘Ali buscaba leña y cultivaba la tierra. Lo beneficioso es presentarla a nuestras hijas como su único ejemplo, favorito y querido.

El resto de la vida de Fátima (P), lo que tuviera relación con el panorama del dolor y el clamor no tendría ningún sentido exhibirlo de forma rocambolesca si no le correspondiese una actitud “Fátimi” veraz en nuestro comportamiento cotidiano y en todas sus dimensiones.

Brahim Amal

 

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