Imam Al Yauad (P): Una extraordinaria niñez

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Hablar de la vida de los imames de Ahlulbait (P) nos remite a una historia llena de esplendor, grandeza, sabiduría y lucha por la prevalencia de los valores humanos y la defensa de la dignidad del hombre. Evidentemente, aunque todos actuaban de acuerdo a un mismo programa de reforma, sus actuaciones y posturas forman un bello mosaico que fascina a toda persona libre sin interesar su ideología. En sus vidas encontramos todo tipo de lucha: armada, política, cultural, social. Son personas multidimensionales que destacan en el campo del conocimiento y trascienden en el ámbito espiritual. Mientras que sus rivales tenían seguidores movidos por el miedo a la tortura y la represión, los imames se ganaban el respeto y admiración de la gente gracias a su jerarquía en la escala cultural y el brillo de sus modales.

Cabe destacar que la sabiduría es algo inherente a su ser, el tiempo para ellos no es un factor esencial para ser instruidos. Ciertamente en ese dominio radica su singularidad y diferencia del resto de los mortales. Es una peculiaridad que los coloca en el rango de los enviados de Dios por su saber y caracteres proféticos heredados. Esta realidad es corroborada por el testimonio de sabios musulmanes de la escuela Sunní.

El imam Al Yauad (P) representa el mejor ejemplo que refleja dicha característica. Él asumió la responsabilidad del Imamato desde edad temprana. A los ocho años destacaba por la cantidad de conocimiento y profundidad analítica que lo sobresale entre los sabios eruditos de su época. Al Mamun, califa abbasí, temiendo por su cargo político aparentó admiración por la brillantez del Imam Al Yauad(P). En primer lugar intentaba, bondadosamente, cobrar la simpatía de los seguidores del imam(P), mostrando su aparente benevolencia. Cuando fracasaba ese intento mandó desterrar al imam (P) de su ciudad natal a Bagdad. Es evidente que su propósito era tener al imam (P) bajo control y separarlo de sus seguidores, imitando la política adoptada por sus antecesores. “No hay mal que por bien no venga”, lo que no podía hacer el imam (P) en público le fue facilitado en el palacio del califa. Ese organizó un encuentro de sabios para poner a prueba la erudición del imam (P). Yahya ibn Akzam, magistrado y juez destacado en su época fue designado para desprestigiar a un imam de once años y por consiguiente acabar con el desafío que inquieta tanto al califa como a los sabios que le tienen envidia. Aunque se dice que el propósito del califa era demostrarles a los abasíes la jerarquía que ostentaba el imam (P) en el campo del saber, en realidad el trasfondo de su postura escondía la intriga urdida para apagar la luz que iluminaba el camino de la gente y desembarazarse de esta fuente que les imbuía la cultura islámica capaz de emanciparles del yugo de la humillación.

El sabio amparado por el palacio, le preguntó al imam (P): ¿Cuál es la sentencia del islam sobre alguien que caza una presa mientras está vestido de “Ihram”?

El imam Al Yauad (P), con una edad de once años, mostró y demostró su natural talento desglosando la pregunta en varios casos:

¿El hombre cazó la presa dentro o fuera del “Haram” (1)?

¿Era mayor o menor de edad?

¿Lo hizo aposta o por equivocación?

¿Tenía conocimiento acerca de lo que hizo o lo desconocía?

¿se sintió arrepentido o no?

¿Era hombre libre o esclavo?

¿Actuó por primera vez o lo ha hecho antes?

¿Se vistió de “Ihram” (2) para hacer la peregrinación mayor o menor?

La presa ¿era un ave u otro animal?

10) ¿Era pequeña o grande?

11) ¿La caza se efectuó de día o de noche?

Ante esos detalles que revelan la preponderancia y erudición del imam Al Yauad (P), tanto Yahia ibn Akzam como el resto de los sabios se quedaron atónitos. No obstante a pesar de su convicción, la vileza la maldad y la altivez se apoderan de sus almas. Desafortunadamente el egoísmo y la codicia no dejan prosperar a los valores que embellecen el alma y contribuyen a la perfección humana. La degeneración es enemiga de la sublimidad del hombre. El amor al poder y la autoridad asesina la sabiduría, estrangula el conocimiento y subyuga a las masas después de separarlas de sus auténticos líderes.

Recinto, alrededor de un santuario, que goza de una jurisprudencia en virtud de la cual ciertas actividades quedan prohibidas.

Un trozo de tela blanca que se viste, obligatoriamente, para realizar la peregrinación.

Brahim Amal

 

 

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