Ni la vejez ni la discapacidad ni la pobreza pueden vencer la voluntad humana para alcanzar, tarde o temprano, la meta que se fija en la vida. Más aún cuando se trata de procurar estar al lado de un símbolo sin parangón anhelando alcanzar, con esa proximidad, nuestra perfección. Las tres deficiencias, separadas o juntas, no son capaces de desvanecer el fervor del amor por Husain (P). Con esa postura se demuestra una fidelidad, sin igual, a la familia del Profeta (PBd) y a la vez se evidencia la repulsa a la tiranía. Husain(P) sigue, para siempre, la antorcha que nos ilumina el camino de la grandeza, el líder que nos guía en medio de la corrupción y la injusticia que azotan al mundo de hoy.
Esa multitud de peregrinos en Karbalá, que ha dejado detrás de sí la rutina diaria de la vida cotidiana para estar allí donde yace el bendito cuerpo del imam Husain (P), es una gran prueba de la victoria estratégica del imam Husain(P): la victoria de la sangre, derramada en Karbalá, que fue capaz de vencer todo un arsenal de armas que defendía la falsedad y represión. Cabe destacar que esos valores que han triunfado en esa batalla desigual son los que siguen nutriendo corazones inquietos y guiando mentes que buscan la verdad. No hay nada tan bello que ese mosaico de culturas, idiomas, costumbres, razas, etnias e incluso de religiones (cristianos e yazidiés) que adorna los alrededores del santuario del imam (P) y todos se dirigen al imam (P) con una misma palabra:”Labbaik ya Husain”.
El profeta Muhammad (PBd) ya nos dio la buena nueva de que el triunfo de su nieto (P) sería a través de los valores humanos trascendentes que fueron materializados en la hazaña de Ashura. Son estas muestras de sublimidad frente a la vileza del enemigo las que fueron, siguen y seguirán siendo el combustible que abastece a toda persona que aspira vivir en un mundo de libertad, paz y con dignidad. Dice el Profeta (PBd): “Ciertamente la matanza de Husain genera, en los corazones de los creyentes, un calor que jamás se enfriará”