En el nombre de Dios el Compasivo el Clementísimo
Se acerca el día de las elecciones legislativas y muchos ciudadanos se preguntan sobre la postura de la Gran Autoridad Religiosa acerca de ese evento político importante. Queda preciso, pues, esclarecer tres puntos:
1) Desde el derrocamiento del anterior régimen autoritario, la Gran autoridad religiosa procuró reemplazarlo por otro basado en la pluralidad política y la alternancia pacífica en el poder, a través de las urnas en un ambiente de elecciones periódicas libres e imparciales. La Gran autoridad religiosa sostiene esa posición que considera la única vía para gobernar el país y conseguir que el pueblo disfrute de su libertad, dignidad y logre el progreso y un próspero futuro preservando, así, sus propios valores e intereses.
En virtud de eso, la Gran Autoridad Religiosa, insistió en que la “Ocupación” y la ONU se apresuraran a organizar elecciones generales para que los iraquíes dibujaran su propio futuro a partir de sus representantes aptos de escribir la constitución y designar miembros del gobierno iraquí.
Tras el paso de quince años, la referencia religiosa (Sayed Sistani) sigue manteniendo su postura, que consiste en que esa trayectoria es la única, en principio, la adecuada para el presente y el futuro del país. Por consiguiente hay que evitar los regímenes totalitarios. No obstante las elecciones no aportan buenos resultados si no se reúnen unas condiciones:
a) La ley electoral tiene que ser justa respetando el voto de los votantes sin tener el riesgo de ninguna infracción.
b) La competición ha de estar basada en programas económicos, educativos y que traten sobre servicios en beneficio de la ciudadanía, y apartados de lemas en favor de intereses personales, de índole patriótico, sectario o de pura propaganda mediática.
c) Evitar la intervención extranjera en las elecciones como las aportaciones financieras o lo que fuera, y penalizarla con duras sanciones.
d) Los votantes deben ser conscientes del valor de sus votos y su efecto en la configuración del futuro del país. Por ende no deben dar sus votos a gente no cualificada a cambio de unas insignificancias sea de la naturaleza que sea, ni por impulsos afectivos o movidos por puras pasiones o por intereses personales o guiados por afinidades tribales o algo similar.
Está claro que el fracaso de todas las experiencias electorales pasadas- abuso de autoridad en el gobierno, la corrupción en el poder, malversación sin precedentes de los fondos públicos, salarios exagerados, desastre en los servicios públicos- no era sino una consecuencia natural de la ausencia de muchas condiciones obligatorias a la hora de celebrar aquellas elecciones, lo mismo que se nota en las elecciones actuales.
No obstante tenemos esperanza de una posible corrección en el rumbo que toma la gobernanza y reforma en las instituciones del estado gracias a los esfuerzos de gente honrada en este país, valiéndose de todas las herramientas jurídicas a su alcance.
2) La participación en estas elecciones es el derecho de todo ciudadano que reúne las condiciones jurídicas. Por ende la única obligación para ejercerlo es la propia convicción que el votante estime que redundará en el beneficio del pueblo y del país.
Ha de resaltar que si un ciudadano no ejercer ese derecho, se abren ocasiones adicionales a favor de aspirantes rivales, que a su juicio no responderán a las expectativas de su país. Sin embargo participar o no es una decisión personal que lleva aparejada responsabilidades, por consiguiente, el votante tiene que ser consciente de lo que decida y tener suma preocupación por los intereses del país y el futuro de sus conciudadanos.
3) Debe de estar claro que la Gran Autoridad Religiosa es equidistante de todos los aspirantes y las listas electorales. Es decir que no se apoya, en absoluto, en nadie. Todo depende de la convicción del votante y su opinión después de su discernimiento. No se tolera que ninguna persona o tendencia utilice el nombre de la Autoridad Religiosa o cualquier otro nombre que tenga una posición influyente entre los iraquíes con el fin de lograr intereses electorales. El único criterio válido es la capacidad, la honradez, respetar los valores y principios, y alejarse de las agendas extranjeras, respetando la autoridad del derecho. Tener el valor de sacrificarse para rescatar el país, estar al servicio de la ciudadanía, y poder desarrollar un programa realista para solucionar las crisis y solventar los problemas que han crecido desde largos años.
Para asegurarse de ello, hay que conocer el historial de los servicios prestados por los candidatos y los presidentes de sus listas, especialmente aquellos que ostentaron cargos en las legislaturas anteriores para evitar caer en el engaño de los corruptos.
Pedimos a Dios que nos ayude a todos por el beneficio del país y por el interés del pueblo.
ALE