Jadiya, Hija de Khuwaylid, Esposa del Profeta Muhammad (P)

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La foto muestra una gran cúpula la cual se construyo sobre la tumba de Khadija (P) y un domo mas pequeño sobre la tumba de su hijo, al-Qasim (ra)
Una foto antigua y muy rara donde muestra la casa de Khadijah (P), que era de 3 pisos y donde vivió el Profeta (PBd) y Fátima (P) antes de su demolición en 1413 A.H./1992 A.D.
por el gobierno saudí, con el fin de expandir el Sagrado Haram, en cuyo interior se encuentra
la Kaaba

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En el año 595, Muhammad ibn Abdulá, el Profeta del Islam (Que la Paz y Bendiciones sean con él, con su Descendencia y sus rectos Compañeros), era lo bastante mayor como para tomar parte en las caravanas comerciales en compañía de otros parientes de la extensa tribu de Quraish. Sin embargo, la posición financiera de su tío, Abu Talib, que le educó después de la muerte de su padre, era muy precaria debido a los gastos de rifada y siqaya, el alojamiento y la alimentación de los peregrinos de la Sagrada Casa de Dios, la Kaaba, que Abraham e Ismael había reconstruido tras el daño causado por una lluvia torrencial.

Ya no era posible para Abu Talib equipar a su sobrino, Muhammad, con mercancías propias. De este modo, él le aconsejó que trabajara como agente de una noble dama, Jadiya bint (hija de) Juwailid, que era la persona más rica del Quraish. Su genealogía se unía con la del Profeta en Qusayy. Ella era Jadiya, hija de Juwailid, hijo de Assad, hijo de Abdul Uzza ibn Qusayy. Ella era, pues, una prima distante de Muhammad (PBD).

La reputación de la que Muhammad (PBD) disfrutaba por su honestidad e integridad llevó a Jadiya a confiarle, por su propia voluntad, sus mercancías para que las vendiera en Siria. Ella transmitió a Muhammad (PBD), a través de un amigo de éste, Jazimah ibn Hakim, un pariente de ella, que le pagaría dos veces la comisión que solía pagar a sus agentes que comerciaban por cuenta de ella. Muhammad (PBD), con el consentimiento de su tío, Abu Talib, aceptó su oferta.

La mayor parte de referencias consultadas para este ensayo hacen una mención casual de Jadiya. Esto refleja probablemente la existencia de un prejuicio de género, lo que supone una gran injusticia para esta gran dama, la madre de los creyentes, cuya personalidad y riqueza contribuyeron tanto a la difusión del Islam. Es así conveniente que aprendamos un poco más sobre esta gran mujer.

Un dicho señala que el Islam creció gracias a la espada de Ali y la riqueza de Jadiya. Jadiya al Kubra, la hija de Juwailid ibn Asad ibn Abdul Uzza ibn Qusayy, pertenecía al clan de los Banu Hashim, de la tribu de los Banu Asad. Según algunos historiadores, el nombre real de Quraish era Fahr, y era hijo de Malik, hijo de Madar, hijo de Kananah, hijo de Juzaimah, hijo de Mudrikah, hijo de Ilyas, hijo de Mazar, hijo de Nazar, hijo de Maad, hijo de Adnan, hijo de Ismael (Ishmail), hijo de Abraham (Ibrahim), hijo de Sam, hijo de Noé (Noah), que la Paz y Bendiciones sean sobre los profetas de entre sus ancestros. Según varias fuentes, Jadiya nació en el año 565 y murió en el 620, a la edad de 55 años, pero algunos historiadores sostienen que ella falleció diez años después.

La madre de Jadiya, que, según algunas fuentes, murió alrededor del 575, fue Fatima, hija de Zaida ibn al Asam del clan de los Banu Amir ibn Galib. Amir ibn Galib era un pariente lejano del Profeta Muhammad (PBD). El padre de Jadiya, que murió alrededor de 585, pertenecía al clan de los Abdul Uzza de la tribu de Quraish y, como muchos otros quraishíes, era comerciante, un hombre de negocios exitoso, cuya vasta riqueza y talento comercial fueron heredados por Jadiya y de quien esta última heredó también la vasta riqueza familiar. Se dice que cuando las caravanas comerciales de Quraish se reunían para iniciar su viaje largo y difícil hacia Siria durante el verano o hacia Yemen durante el invierno, la caravana de Jadiya igualaba a las caravanas de todos los demás comerciantes de Quraish juntos.

Aunque la sociedad en la que Jadiya nació era terriblemente machista, Jadiya se ganó dos títulos: Amirat Quraish, la Princesa de Quraish, y Al Tahira, la Pura, debido a su impecable personalidad y su carácter virtuoso, por no mencionar su honorable Descendencia. Ella solía alimentar y vestir a los necesitados, sostener financieramente a sus parientes e incluso ayudar económicamente a aquellos que deseaban casarse pero no tenían los medios para hacerlo.

Hacia el año 585, el padre de Jadiya falleció. A pesar de ello, y de haberse casado dos veces… y perdido en dos ocasiones a su marido debido a las destructoras guerras que asolaban Arabia, ella no tenía pensado casarse por tercera vez, aunque era pretendida para el matrimonio por muchos hombres honorables y altamente respetados de la Península Arábiga, en toda la cual ella era muy conocida debido a sus operaciones comerciales. Ella odiaba la idea de quedarse viuda por tercera vez. Su primer marido fue Abu Halah Hind ibn Zarah, que pertenecía al clan de los Banu Adiyy y el segundo fue Atiq ibn Aiz. Ambos hombres pertenecían a los Banu Majzum.

De su primer marido, ella dio a luz un hijo que se llamó como su padre, Hind, y que llegó a ser uno de los grandes sahaba (Compañeros) del Profeta. Él participó en las dos batallas de Badr y Uhud y fue también famoso por describir la psique del Profeta (PBD). Él resultó martirizado durante la Batalla del Camello, en la que él luchó al lado del Imam Ali ibn Abu Talib, aunque algunos historiadores afirman que murió en Basora. Todos los relatos biográficos describen a Hind como un destacado orador, un hombre de rectitud y generosidad y que mantuvo un cuidado extremo a la hora de citar al Mensajero de Al-lah (con el fin de no equivocarse). Junto a él, Jadiya dio a luz a otros dos hijos de Abu Halah: Al Tahir y, por supuesto a Halah, que no es muy citado por los historiadores, a pesar del hecho de que su padre es conocido por su seudónimo, Abu (Padre de) Halah, debido a él.

¿Tuvo descendencia el segundo marido de Jadiya? Ésta es otra controversia que gira alrededor de las otras hijas e hijastras del Profeta, además de Fátima. Estas hijas, cronológicamente hablando, son: Zainab, Ruqayya y Umm Kulzum. Algunos historiadores señalan que éstas fueron las hijas del segundo marido de Jadiya, mientras que algunos insisten en que ellas eran hijas de Muhammad (PBD). El primer punto de vista es sostenido por Sayyid Safdar Hussein en su libro “La Temprana Historia del Islam”, que basa sus conclusiones en el contenido de la famosa obra de Suyuti “Tarij al Julafa wal Muluk” (Historia de los Califas y los Reyes). Aquí hay un breve relato sobre las hijas de Jadiya:

Zainab, la mayor, nació antes de la misión profética y se casó con Abul As ibn al Rabi. Ella aceptó el Islam antes de que su marido lo hiciera y participó en la emigración de Meca a Medina. Ella murió en el año 629 / 8 de la Hégira y fue enterrada en el Cementerio de Yannatul Baqi, donde su tumba puede ser vista desafiando el paso del tiempo. Ruqayya y Umm Kulzum se casaron con dos hijos de Abu Lahab.

Este último, uno de los tíos del Profeta, rechazó abierta y obstinadamente la prédica de su sobrino y fue, así, condenado en la Sura 111 del Sagrado Corán, un capítulo llamado así por él. Tras haber conocido tal condena, él se enfureció y dijo a sus hijos: “No habrá lazos de parentesco entre vosotros y yo a menos que os separéis de las hijas de Muhammad”, y ellos se divorciaron entonces de ellas inmediatamente. Ruqayya se casó entonces con el que sería el tercer califa, Uzmán ibn Affan, y emigró con él a Etiopía en el año 615, cinco años después del inicio de la misión profética, acompañados por otras nueve personas. Ésta fue la primera de dos migraciones semejantes.

Después de volver a casa, ella murió en Medina en el año 623 / 2 de la Hégira y fue enterrada en el Cementerio de Yannatul Baqi. Uzmán luego se casó con su hermana, Umm Kulzum, en el mes de Rabi al Auwal del año siguiente (3 de la Hégira). Umm Kulzum vivió con su marido durante unos seis años y murió en el año 630 / 9 de la Hégira sin dejar hijos.

Una cualidad particular de Jadiya era muy interesante, probablemente más que ninguna de las otras mencionadas anteriormente: ella, a diferencia de su gente, nunca creyó en los ídolos ni los adoró. Había un número muy pequeño de cristianos y judíos en Meca, y un número bastante elevado de judíos en Medina. ¿Qué llevó a aquellos judíos a Meca y Medina? Algunos de ellos habían emigrado desde Nayran, Yemen, después de ser masacrados por un gobernador cristiano fanático por cuenta del Negus de Etiopía. Dicha masacre tuvo lugar en 523, pero sus detalles quedan fuera del espacio de este libro.

Otros habían llegado de la Gran Siria (incluyendo Jerusalén, Palestina) escapando de la persecución de los romanos o empujados por la curiosidad y por el deseo de encontrar a un nuevo profeta de Dios, cuyo advenimiento estaba predicho en sus libros. El Sagrado Corán nos enseña que las Escrituras judías hacen referencia al Profeta Muhammad y aquí hay pruebas que dan testimonio de este hecho y no están tomadas del Sagrado Corán, sino de las propias Escrituras judías.

Umar ibn Jattab preguntó en una ocasión a Abdulá ibn Salam, un rabino judío que más tarde aceptó el Islam cuando el Profeta estaba en Medina: “¿Tenéis alguna referencia a Muhammad en vuestros libros?”. “Sí, por Al-lah”, dijo Abdulá. “Podemos identificarle por la descripción que Al-lah realiza de él, del mismo modo que uno de nosotros identifica a su hijo cuando lo ve en compañía de otros niños1. En su libro “Dala´il al Nubuwwah”, Hassan ibn Zabit, el renombrado poeta, dijo, según viene citado por una cadena de narradores: “¡Por Al-lah! Yo era un niño de 7 u 8 años. Sin embargo, yo podía comprender muy bien lo que yo oía. Un día, escuché a un judío sobre la cumbre de una colina gritar tan alto como podía para que otros judíos fueran a verle. “¡Ay de ti! ¿Qué te ocurre?”, dijeron ellos. Él respondió: “La estrella que señala el nacimiento de Ahmed, el Profeta, apareció la pasada noche”2.

El Imam Hassan, el hijo mayor del Imam Ali ibn Abu Talib, es citado en una larga declaración como sigue: “Un grupo de judíos vino a ver al Mensajero de Al-lah. La persona más conocedora entre ellos le preguntó acerca de ciertas cosas y él (Que la Paz y Bendiciones de Al-lah sea sobre él y su Descendencia) les respondió. De este modo, aquel abrazó el Islam y luego sacó una hoja blanca de riqq (papiro) donde él escribió las declaraciones del Profeta y le dijo: “¡Oh Mensajero de Al-lah! Juro por Aquel Que te envió como profeta que en verdad no he copiado esto, excepto de las Tablas que Al-lah, el Más Exaltado y el Más Sublime, había dictado a Moisés, hijo de Amram (Imran). He leído también en la Torah tantos de tus méritos que yo incluso dudaba de ellos.

Durante cuarenta años, he estado eliminando cualquier referencia a ti en (mi copia de) la Torah. Sin embargo, cuando la elimino, la veo colocada allí de nuevo. He leído en la Torah que nadie puede responder a las preguntas (que te acabo de hacer), excepto tú y que, durante el tiempo en que las estabas respondiendo, Yibril (Gabriel) estaría a tu derecha, Mijail (Miguel) a tu izquierda y tu wasi delante de ti. El Mensajero de Al-lah (PBD) dijo: “Ciertamente, has dicho la verdad. Aquí está Yibril a mi derecha y Mijail a mi izquierda y mi wasi, Ali ibn Abi Talib, delante de mí. El judío creyó y comprobó que su convicción era sólida”3.

Waraqa ibn Naufal, uno de los primos de Jadiya, había abrazado el Cristianismo y era un piadoso sacerdote que creía en la Unidad del Todopoderoso, del mismo modo que los primeros cristianos hicieron antes de que el concepto de la Trinidad se infiltrara dentro de la religión cristiana, ampliando así las diferencias teológicas entre los musulmanes y los creyentes en Jesucristo. Él había traducido la Biblia del hebreo al árabe. Sus iguales podían ser contados con los dedos de una mano en aquellos días entre toda la población de la metrópolis de Meca, o Beca, o Umm ul Qura (la Ciudad Madre), un gran centro comercial en el cruce de las caravanas comerciales que unían Arabia con India, Persia, China y Bizancio.

Se trataba de una ciudad que tenía su propio puerto sobre el Mar Rojo en Shaiba. Lo más importante, Meca alberga la Kaaba, la Casa Cúbica de Dios, que ha sido siempre objeto de la peregrinación y que era circunvalada por peregrinos politeístas desnudos que mantenían a los ídolos, en un número de 360, pequeños y grandes, masculinos y femeninos, dentro de ella y sobre su techo. Entre aquellos ídolos estaba uno que representaba a Abraham y otro a Ismael, y cada uno de ellos llevaba divinas flechas en sus manos. Hubal, un enorme ídolo que tenía la forma de hombre, fue dado como regalo por los Moabitas de Siria a las tribus de Juzaah y era el ídolo más importante de Meca.

Otros dos ídolos de importancia eran los de Lat; la deidad de Zaqif adorada en el vecino Taif y que estaba representada por un bloque de granito, y Ozza, también un bloque de granito de unos siete metros de altura. Éstas eran vistas como las esposas del Altísimo… Cada tribu tenía su propio ídolo y los ricos compraban y conservaban en sus hogares a varios ídolos. La institución de la peregrinación estaba ya allí, pero no era observada de forma apropiada. También existía la creencia en Al-lah a Quien los árabes consideraban como su deidad suprema. Además del paganismo, otras religiones en Arabia incluían la adoración a las estrellas y el fetichismo.

Los judíos de Medina habían emigrado desde Palestina y Yemen y se habían asentado en Meca donde esperaban la llegada de un nuevo Profeta de la estirpe de Abraham, en el que ellos tenían la intención de creer y ser sus primeros seguidores, algo que desgraciadamente no se materializó. Por el contrario, ellos se unieron a los paganos para luchar contra la difusión del Islam. Sólo un puñado de ellos abrazaron el Islam, incluyendo un hombre que era vecino de Muhammad. Él vivía en el mismo callejón de Meca donde se hallaba la casa de Jadiya. Su mujer, también judía, solía recoger arbustos espinosos del desierto sólo para arrojarlos en el camino que seguía el Profeta.

Dado que Jadiya no viajaba con sus caravanas comerciales, ella tenía siempre que confiar en otra persona para que actuara como su agente en el comercio y que recibía una comisión a cambio. En 595, Jadiya necesitaba un agente para comerciar con su mercancía destinada a Siria, y fue entonces cuando varios agentes a quienes ella conocía y en quienes confiaba, así como algunos de sus propios parientes, en particular Abu Talib, le sugirieron que empleara a su primo lejano Muhammad ibn Abdulá, quien, por entonces, se había ganado el título honorífico de As Sadiq, el veraz, y Al Amin, el digno de confianza.

Muhammad (PBD) no tenía ninguna experiencia en el comercio, pero había acompañado en dos ocasiones a su tío Abu Talib en sus viajes comerciales y había observado con atención cómo él comerciaba, realizaba trueques, compraba y vendía y realizaba otros negocios; después de todo, el pueblo del Quraish era famoso por sus actividades comerciales más que por ningún otra profesión. Era una práctica frecuente el contratar a un agente que no tuviera una previa experiencia en este campo; así, Jadiya decidió dar a Muhammad (PBD) una oportunidad. Él tenía sólo 25 años. Jadiya envió un mensaje a Muhammad (PBD) a través de Jazimah ibn Hakim, uno de sus parientes, ofreciéndole el doble de comisión de lo que solía dar a los agentes que trabajaban para ella. Ella también le envió a uno de sus sirvientes, Maisarah, que era joven, brillante y talentoso, para que le ayudara y fuera su contable. Ella también confiaría en los informes de Maisarah con respecto a la conducta de su nuevo empleado. Este informe fue muy positivo. Esto también la animó a abandonar su insistencia de no volver a casarse de nuevo.

Antes de llevar a cabo su primer viaje como hombre de negocios representando a Jadiya, Muhammad (PBD) se reunió con sus tíos para realizar algunas consultas de última hora. Luego, él partió siguiendo una ruta desértica que pasaba a través de Wadi al Qura, Midian y Diyar Zamud, lugares con los que él estaba ya familiarizado debido a haber estado allí a la edad de 12 años en compañía de su tío Abu Talib. Él continuó su largo viaje hasta que alcanzó Busra, en la ruta principal hacia Damasco, después de un mes. Fue allí donde él conoció al monje Buhairah cuando era un niño. Burairah había muerto entonces y fue sucedido en el monasterio de la ciudad por Nestor. Busra era entonces capital de Hauran, uno de los territorios del sureste de la provincia de Damasco.

Para los sabios de la literatura clásica, Hauran era conocida por su nombre griego, Auranitis, y fue descrita con detalle por Yaqut al Hamawi, Abul Faray al Isfahani y otros. Las caravanas comerciales árabes solían ir allí bastante a menudo, e incluso más allá, hacia Damasco y Gaza. Algunas recorrían la distancia que faltaba hasta llegar a las orillas del Mediterráneo para descargar allí su preciosa carga de papel chino y textiles de seda con destino a Europa.

¿Qué artículos llevó Muhammad (PBD) con él a Busra y qué artículos compró allí? Los mecanos no eran conocidos por ser hábiles artesanos ni eran diestros en ninguna profesión aparte del comercio, pero el joven Muhammad podría haber llevado con él un cargamento de cuero, uvas, perfumes, dátiles secos, tejidos, barras de plata y algunas hierbas.

Él compró lo que le había sido ordenado por su empleador: unos productos que podrían haber incluido bienes manufacturados, ropas y unos pocos artículos de lujo para vender a los mecanos ricos y quizás algunos otros para el hogar. Las monedas de oro y plata eran aceptadas en Meca, incluyendo las romanas, persas e indias, ya que los árabes de aquellos tiempos, incluyendo algunos que eran mucho más sofisticados que aquellos entre los que Muhammad creció, como era el caso de los árabes de la parte sur de Arabia (Yemen, Hadramaut etc) no tenían una moneda propia. De este modo, el trueque estaba mucho más extendido que las compras con dinero. Las primeras monedas árabes e islámicas fueron acuñadas en Damasco por el gobernante Omeya Abdul Malik ibn Maruan (697-698 A.D.) en el 78 de la Hégira, 36 años después del establecimiento de la dinastía Omeya (661-750).

Muhammad (PBD) permaneció en Busra sólo un par de meses durante los cuales se reunió con muchos cristianos y judíos y advirtió las diferencias teológicas existentes entre los grandes grupos cristianos, como los coptos, los sirios nestorianos (caldeos) y los cristianos armenios de las principales iglesias de Antioquía (Antakiya), Roma y la Alejandría egipcia. Tales disensiones y diferencias teológicas dieron a Muhammad (PBD) mucho en qué pensar.

Existe un testimonio de aquel viaje en relación a una nube que daba sombra al joven Muhammad (PBD). Un miembro de la sagrada y pura Descendencia de Muhammad, el Imam al Hassan al Askari (P)4 narró que una vez preguntó a su padre (el Imam) Ali ibn Muhammad (P) acerca de los milagros realizados por el Mensajero de Al-lah (PBD) en Medina y Meca. He aquí lo que el Imam al Askari (P) dijo a su hijo:

“¡Oh hijo! En lo que se refiere a la nube (que solía dar sombra al Profeta) te diré que cuando el Mensajero de Al-lah viajó hacia Siria para comerciar por cuenta de Jadiya, hija de Juwailid, y la distancia entre Meca y Jerusalén era sólo de un mes a pie, los residentes solían sufrir el extremo calor del sol en aquellas planicies abiertas. El viento soplaba y arrojaba sobre ellos arena y polvo. En aquellos tiempos, Al-lah Todopoderoso enviaba una nube a Su Mensajero con el fin de darle sombra. Ella se paraba cuando él se detenía y reanudaba su marcha cuando él lo hacía. Si él iba hacia delante, ella avanzaba, y si él se rezagaba, ella también lo hacía. Si él giraba a la derecha, ella también giraba a la derecha y si giraba a la izquierda, ella iba asimismo en esa dirección. Ella le protegía del calor del sol desde arriba.

El viento solía mover la arena y el polvo y éstos eran arrojados a los rostros de los quraishíes y sus camellos, pero, cuando se acercaba a Muhammad (PBD), el viento se tranquilizaba y no arrojaba arena o polvo sobre él. En lugar de ello, se convertía en una brisa fresca y suave al rozarle, de tal modo que los quraishíes solían decir: “La compañía de Muhammad (PBD) es mejor que una tienda”. Ellos buscaban refugio con él e intentaban ganarse su amistad. Se sentían cómodos cuando estaban cerca de Muhammad (PBD), incluso aunque la nube le protegía sólo a él.

Cuando los extranjeros se cruzaban con sus caravanas (de los quraishíes), la nube se distanciaba de ellos. Ellos preguntaban entonces: “¿A quién sirve la nube? Aquel a quien ella sirva se sentirá ciertamente honrado y reverenciado”. La nube se dirigía entonces a aquellos que iban en la caravana diciendo: “¡Miradme y veréis lo que está escrito en mí: “No hay más dioses que Al-lah y Muhammad es el Mensajero de Al-lah; yo le apoyo a través de Ali, el señor de los wasis, y le he distinguido a través de su Descendencia, que es leal a él, y a Ali, y a sus amigos, que son los enemigos de sus oponentes”.”5

Mientras se hallaba en Siria, un monje observó algunos signos de la Profecía en Muhammad, así que el preguntó a Maisarah: “¿Hay un resplandor, un ligero enrojecimiento alrededor de sus ojos que nunca se va de él?” Cuando Maisarah respondió de forma afirmativa, Nestor dijo: “Él es ciertamente el último Profeta. ¡Felicitaciones a quien crea en él!”. Nestor tenía mucho interés en conocer a Muhammad. El resto de la historia es narrada por Abbas, el tío de Muhammad, que cita a Abdul Muttalib, que cita, a su vez, a Abu Talib:

“Llevamos a Muhammad a un viaje comercial a Siria. Cuando estábamos en un mercado, un alto sacerdote llamado Nestor vino, se sentó delante de él y le miró sin decir nada. Él continuó haciéndolo durante tres días consecutivos. Él ya no podía resistir más sin ir a verle y seguirle, como si quisiera pedirle algo. Yo le dije: “¡Oh monje! ¿Quieres algo de él?”. “Sí”, respondió Nestor. “Quiero algo de él. ¿Cuál es su nombre?”. “Muhammad hijo de Abdulá”, contesté. “Por Al-lah! Su cara cambió de color y luego dijo: “¿Podrías por favor pedirle que descubra su espalda para que pueda echarle un vistazo”. Muhammad (PBD) se quitó su camisa y cuando Nestor vio la marca de la Profecía en su espalda, él le miró y le besó en la frente llorando.

Luego, él dijo (a Abu Talib): “¡Oh hombre! Apresúrate y lleva de vuelta a este joven al lugar donde nació, ya que si conocieras cuántos enemigos hay en nuestra tierra ni siquiera pensarías mucho en la razón que te hizo venir aquí”. Nestor continuó visitando a Muhammad cada día y trayéndole comida. Cuando nos fuimos de Siria, Nestor trajo a Muhammad una camisa y le dijo: “¿Podrías llevar esta camisa para que puedas recordarme mediante ella?” Pero Muhammad no la aceptó y yo advertí que a él no le gustaba la idea, así que yo tomé la camisa yo mismo para que sus sentimientos (de Nestor) no resultaran heridos y le dije: “Yo la llevaré”. Luego, me apresuré y llevé de vuelta a Muhammad a Meca. ¡Por Al-lah! Ni una sola mujer o un solo hombre, joven o viejo, dejó de darle una cálida bienvenida con la excepción de Abu Yahl, que Al-lah le maldiga, ya que él había bebido tanto vino que estaba completamente borracho.”6

He aquí otro testimonio de aquel incidente:

“Bakr ibn Abdulá al Ashyai mencionó que sus antepasados dijeron que en el mismo año en el que el Mensajero de Al-lah (PBD) fue a Siria, Abd Manar ibn Kinanah y Naufal ibn Muawiyah ibn Orwah ibn Sajr ibn Numan ibn Adiyy también salieron en viajes de negocios. Cuando Abu al Muwaihib, el monje, se reunió con ellos, él les preguntó: “¿Quiénes sois?”. “Somos comerciantes de la gente del santuario, de Quraish”. “¿De qué clan de Quraish sois?”, les preguntó de nuevo. Ellos respondieron a su pregunta. “¿Hay alguien más de Quraish en vuestra compañía?”. Ellos respondieron: “Si, un hombre joven del clan de los Banu Hashim llamado Muhammad”. Abu al Muwaihib dijo entonces: “¡Por Al-lah! Él es aquel a quien estoy buscando”.

Ellos le dijeron: “¡Por Al-lah! No hay nadie entre los quraishíes más oscuro que él” y se refirieron a él sólo como el “huérfano de Quraish”. “Él ha sido contratado por una de nuestras mujeres llamada Jadiya, ¿qué quieres de él?”. Abu al Muwaihib continuó asintiendo con la cabeza y diciendo: “¡Es él! ¡Es él!”. Luego, les pidió que lo llevaran a reunirse con Muhammad (PBD). “Le dejamos en el mercado de Busra. Justo en ese momento, el Mensajero de Al-lah (PBD) vino. El monje dijo inmediatamente: “¡Es éste!” y pasó una hora dialogando con él. Más tarde, le besó en la frente y sacó algo de su bolsillo, pero no pudimos ver lo que era. Él pidió repetidamente a Muhammad (PBD) que lo aceptara como un regalo, pero Muhammad (PBD) se negó una y otra vez. Una vez que este último se fue, Abu al Muwaihib nos dijo: “¿Aceptáis mi consejo? Él es, ¡por Al-lah!, el último Profeta. Él pronto invitará a la gente a dar testimonio de que “La il-laha il-la Al-lah; Muhammadan Rasul ul-lah”; así que, cuando él lo haga, debéis seguirle”.

Luego, él nos preguntó: “¿Tiene su tío Abu Talib un hijo llamado Ali?”. Le respondimos diciendo: “No. Él no debe todavía haber nacido o quizás nacerá este año”7. “Él será el primero en creer en él (Muhammad)”, nos dijo. Nosotros le conocemos y tenemos una descripción de él como wasi, del mismo modo que tenemos una descripción de Muhammad (PBD) como profeta. Él será el señor y destacará como Zul Qarnain entre los sabios árabes. Estará entre las criaturas más prominentes de toda la Creación en el Día del Juicio, detrás sólo de los profetas. Los ángeles le llaman “El héroe victorioso”; dondequiera que va, la victoria le acompaña. ¡Por Al-lah! Él es más conocido en los cielos que el sol que brilla”8.

Una de las observaciones de Muhammad (PBD) cuando él estaba en la ciudad siria fue el hecho histórico de la disputa que se estaba gestando entre los imperios persa y romano, que buscaban la hegemonía sobre el fértil creciente de Arabia. Ciertamente, tal observación fue bastante precisa, ya que, sólo unos pocos años después, una guerra estalló entre las entonces dos naciones más poderosas de la tierra, que terminó con la derrota de los romanos, como el Sagrado Corán nos cuenta en la Sura 30ª (Los Romanos), que fue revelada en el año 615-616 / 7 de la Hégira, sólo unos pocos meses después de la caída de Jerusalén en manos de los persas. Sólo cuatro años antes aquella fecha, los persas había logrado una gran victoria sobre los cristianos, expandiendo su control sobre Alepo, Antioquia e incluso Damasco.

Muhammad (PBD) estaba preocupado por la posibilidad de que cualquiera de estos dos imperios extendiera su control sobre la tierra habitada por su propio pueblo pagano, ferozmente independiente. La pérdida de Jerusalén representó un fuerte golpe al prestigio de la Cristiandad. La mayoría de los persas eran entonces seguidores del Zoroastrismo, un credo introducido en el siglo VI a. C. por Zoroastro (628-551 a. C.), también conocido como Zaratustra, cuyos adherentes son descritos como los adoradores del fuego sagrado.

El actual Irán solía ser conocido entonces con el nombre de Ariana, la tierra de las naciones arias. No sólo los iraníes, sino también los kurdos, e incluso los europeos, han estado orgullosos de ser arios (caucasianos) o hablantes de un idioma indo-europeo. Algunos persas se habían convertido al Cristianismo, como fue el caso de Salmán al Farisi, que fue uno de tales adherentes hasta que él se convirtió en cautivo, fue vendido en Meca y recobró luego la libertad para convertirse posteriormente en uno de los más renombrados y queridos sahabis y narradores de hadices de la historia islámica, tanto que el Profeta (PBD) dijo de él: «Salman es uno de nosotros; nosotros somos Ahlul Beyt (La Gente de la Casa)”.

La guerra mencionada antes tuvo lugar entre el emperador bizantino (romano de Oriente), Heralicto (575-641), y el rey persa Jusrau Parwiz o Cosroes II (m. 628). Fue una de las muchas guerras que estas poderosas naciones libraron durante siglos. Sin embargo, las manos de la Divina Providencia estaban ya ocupadas allanando el camino para el Islam: la colisión entre los dos imperios sentó las bases para la posterior destrucción del antiguo Imperio Persa (Sasánida) y para que el Islam se enraizara en esta importante zona del mundo. Además, los descendientes de Muhammad (y de Jadiya) se casarían posteriormente con mujeres que nacieron y se criaron en los palacios persas y romanos.

El Imam Hussein ibn Abi ibn Abu Talib, el nieto del Profeta y nuestro Tercer Imam (P), se casó con la hija del último emperador persa Yezdegard III, hijo de Shahriar y nieto del mencionado Cosroes II. Yezdegard gobernó Persia desde 632 hasta 651 y perdió la Batalla de Qadisiyyah contra las fuerzas musulmanas en 636, poniendo fin así al reinado de los Sasánidas. Tras su derrota, él huyó hacia Media, en el noroeste de Irán, patria de los medos, y de allí a Merv, una antigua ciudad del Asia Central cerca de la actual ciudad de Mary, en Turmenistán, donde fue muerto por un molinero.

Los beneficios que Jadiya recibió del primer viaje de Muhammad (PBD) fueron el doble de lo que ella había anticipado. Maisarah estaba más fascinado por la personalidad de Muhammad que por cualquier otra cosa relativa a aquel viaje. Muhammad (PBD), por otro lado, trajo sus impresiones sobre lo que había visto y las relató a su empleadora. En realidad, aquellas caravanas eran los únicos vínculos que los árabes de la época tenían con el mundo exterior; ellos traían así a casa las noticias de lo que estaba ocurriendo más allá de su desierto de arena, azotado por la sequía y las hambrunas.

Waraqah ibn Naufal, al igual que Buhairah, el monje que había conocido y hablado a Muhammad cuando era un chico, se había adherido a la secta cristiana nestoriana. Él oyó los relatos sobre la personalidad y la conducta del joven Muhammad tanto de su prima Jadiya como del sirviente de esta última Maisarah. Él meditó durante un buen rato sobre lo que había oído. Elevando su cabeza, él dijo a Jadiya: “Tal comportamiento sólo se corresponde con los mensajeros de Al-lah. ¿Quién sabe? Quizás este joven esté destinado a ser uno de ellos”. Esta declaración fue confirmada años más tarde y Waraqah fue así el primer hombre en reconocer a Muhammad (PBD) como Mensajero de Al-lah.

El éxito comercial logrado en el viaje animó a Jadiya a emplear de nuevo a Muhammad durante el viaje de invierno al sur de Arabia, es decir Yemen, la tierra que introdujo el cultivo del café al resto del mundo y donde se hallaba la renombrada presa de Marib, cuyo agua se utilizaba para la irrigación. Era la tierra de Saba y de Balqis, la tierra de la Reina de Sheba (Saba), que se casó con el Profeta Salomón (Suleiman el sabio, que la paz sea sobre él) en 975 a. C. (después de que fuera completada la construcción de famoso Templo de Salomón9), la tierra de los artesanos que trabajaban el oro, la plata y otros metales, por no mencionar su habilidad en la industria textil y los muebles. También es la tierra que dio a los árabes su primera escritura, que, como algunos creen, fue modelada en base al amhérico escrito, que era entonces el idioma oficial en Etiopía y sus colonias. Yemen en aquel tiempo estaba, de hecho, gobernado por un regente etíope. En esta ocasión, Jadiya ofreció a Muhammad (PBD) tres veces la comisión usual. Desgraciadamente, los historiadores no nos han contado mucho sobre este segundo viaje, excepto que produjo igualmente grandes beneficios tanto para el empleador como para el empleado. Algunos historiadores ni siquiera mencionan este viaje.

Jadiya estaba por entonces convencida de que había hallado finalmente un hombre que era merecedor de ella, tanto así que fue ella quien formuló la propuesta de matrimonio. Muhammad (PBD) le había dado cuenta de todas las transacciones de negocios en las que él había estado implicado por cuenta de ella, pero la rica y bella mujer del Quraish esperaba más de su primo lejano que unas meras transacciones. Ella se enamoró de Muhammad del mismo modo que la hija del profeta árabe Shua´ib se enamoró del entonces profeta fugitivo Musa (Moisés). Muhammad (PBD) era de media estatura, más bien esbelto, con anchos hombros y un cuerpo perfectamente proporcionado. Su pelo era liso, aunque ligeramente rizado, y su longitud llegaba hasta un punto a media distancia entre los lóbulos de sus orejas y sus hombros. Él tenía una frente ancha y unos ojos grandes, que, según unos autores eran negros, pero que otros describen como marrones o marrones claros. Su nariz era aguileña y su boca estaba bellamente formada. Aunque dejó crecer su barba, él nunca permitió que el pelo de su bigote se superpusiera a su labio superior. Su piel era blanca pero bronceada por el sol. Y había una luz en su rostro, un brillo. Era la misma luz que había brillado en el rostro de su padre, pero más intensa, y era perceptible en sus ojos, que eran notablemente luminosos.

Cuando él se fue, Jadiya buscó el consejo de una amiga suya llamada Nufaisa, hija de Umayya. Esta última se ofreció a aproximarse a él por cuenta de ella y, si era posible, disponer un matrimonio entre ellos. Nufaisa fue así a ver a Muhammad (PBD) y le preguntó por qué él no se había casado todavía. “No tengo medios para casarme”, señaló. “Pero si tuvieras los medios y tú estuvieras vinculado a una alianza donde hubiera belleza y riqueza, nobleza y abundancia, ¿darías tu consentimiento?” “¿Quién es ella?, dijo él. “Jadiya”, contestó Nufaisa. “¿Y cómo podría desear tal matrimonio conmigo?”, preguntó Muhammad (PBD) de nuevo. “Déjame eso a mí”, fue su respuesta. “Por mi parte”, dijo él, “estoy dispuesto”.

Nufaisa volvió con estas buenas noticias a Jadiya, que envió entonces un mensaje a Muhammad (PBD) pidiéndole que fuera a verla. Cuando él llegó, ella le dijo: “¡Oh hijo de mi tío! Te amo por tu afinidad conmigo y porque tú has estado siempre en el centro, no siendo un partidario en favor de esto o aquello. Y te amo por ser digno de confianza y por la nobleza de tu carácter y la veracidad de tus palabras. Luego, ella se ofreció a él en matrimonio y ellos se mostraron de acuerdo en que él debería hablar con el tío de ella, Amr ibn Asad, dado que su padre había muerto. Fue Hamza, a pesar de ser relativamente joven, a quien los hashemíes delegaron para representarles en este matrimonio, dado que él era el más cercano a ellos a través del clan de Assad; su hermana Safiyya se acababa de casar con el hermano de Jadiya, Auwam.

Fue Abu Talib, el tío de Muhammad, el que pronunció el sermón en el matrimonio diciendo: “Alabado sea Al-lah que nos convirtió en la descendencia de Abraham, la semilla de Ismael, los descendientes de Ma´ad, la sustancia de Mudar y el Que nos hizo los custodios de Su Casa y los sirvientes de Sus Sagrados Precintos, convirtiéndonos en una Casa buscada para la peregrinación y un santuario seguro, y Él nos dio autoridad sobre la gente. Este sobrino mío, Muhammad, no puede ser comparado con ningún otro hombre: si comparas su riqueza con la de los otros no hallarás que es un hombre de riqueza, ya que la riqueza es una sombra que se desvanece y algo voluble. Muhammad es un hombre cuyo linaje todos conocéis y él ha buscado a Jadiya, hija de Juwailid, para el matrimonio y le ofrezco tanta dote de mi propia riqueza”.

Naufal luego se levantó y dijo: “¡Alabado sea Al-lah! Que nos ha hecho como has mencionado y nos ha preferido a aquellos a quien nos has indicado, ya que nosotros, ciertamente, somos los señores de los árabes y sus líderes, y todos merecéis esto (el vínculo del matrimonio). La tribu (Quraish) no niega ninguno de vuestros méritos, ni tampoco nadie más discute vuestro elevado estatus y prestigio. Y nosotros, además, deseamos unirnos en parentesco. De este modo, sed testigos de mis palabras. ¡Oh gente del Quraish! He dado a Jadiya hija de Juwailid en matrimonio a Muhammad ibn Abdulá con la dote de 400 dinares”. Entonces, Naufal hizo una pausa y Abu Talib le dijo: “Ojalá su tío (de ella) se hubiera unido a vosotros (haciendo una declaración)”. Al oír eso, el tío de Jadiya se levantó y dijo: “Sed testigos, ¡Oh gente del Quraish!, de que he dado a la hija de Juwailid en matrimonio a Muhammad ibn Abdulá”.

Todo esto tuvo lugar en el mismo año, el 595. Estos detalles y más están grabados en la Sira de Ibn Hashim. Después de su matrimonio, Muhammad (PBD) se trasladó desde la casa de su tío para vivir con su esposa en la casa de ella, que se hallaba junto al mercado de los herreros, un callejón que daba al bazar principal de Meca, detrás de la mas´a, el lugar donde los peregrinos recorrían los siete círculos durante la peregrinación. En aquella casa, Fatima nació y la revelación descendió sobre el Mensajero de Al-lah (PBD) muchas veces.

Esta casa, al igual que aquella en la que el Profeta del Islam nació (que se encontraba aproximadamente a 50 metros al norte), fueron demolidas por los gobernantes ignorantes y fanáticos wahabíes de Arabia Saudí en 1993/1413 de la Hégira y el lugar fue destinado a un baño público. Las tumbas de muchos de los miembros de la Familia y los Compañeros del Profeta habían sido ya demolidas también por los wahabíes en el año 1.924/1.343 de la Hégira en contra del deseo y a pesar de las denuncias de otros grupos y escuelas de pensamiento islámicos de todo el mundo.

El matrimonio fue feliz y produjo una señora que fue una de las cuatro mujeres perfectas de la historia de la humanidad: Fatima, la hija de Muhammad (PBD). Antes de ella nacieron Qasim y Abdulá, pero ambos murieron durante su infancia.

En el tiempo en que Jadiya se casó, ella era una señora bastante rica, tan rica que no sintió la necesidad de continuar comerciando e incrementar su riqueza; en lugar de ello, decidió retirarse y vivir una vida confortable con su marido que, por su parte, prefería una vida ascética a otra de ganar dinero.

El Mensajero de Al-lah (PB) no tenía un deseo de acumular riqueza. Ése no era el propósito para el que él (PBD) fue creado. Él fue creado para ser el salvador de la humanidad y para sacar a esta última de la oscuridad de la ignorancia, la adoración de los ídolos, el politeísmo, la miseria, la pobreza, la injusticia, la opresión y la inmoralidad.

Él amaba mucho la meditación, aunque ella profundizaba su aflicción al ver como su sociedad se hundía tan bajo en la inmoralidad, la anarquía y la ausencia de ningún tipo de protección para los débiles y los oprimidos. El período de felicidad de Jadiya no duró más que 15 años después de lo cual su marido dio comienzo a su misión para invitar a la gente a la Unidad de Dios, a la igualdad entre hombres y mujeres y al fin del mal.

  • 1. Al Maylisi, Bihar al Anwar, Vol. 15, p. 180.
  • 2. Ibid., pp. 180-181. Ver también Faray al Mahmum, p. 29.
  • 3. Al Maylisi, Bihar al Anwar, Vol. 15, p. 181 de Al Jisal.
  • 4. Uno de los descendientes del Profeta Muhammad, Abu Muhammad Imam Hasan al Askari fue el hijo del Imam Ali al Naqi y el padre del Imam Esperado, el Mahdi (Que la paz y las bendiciones del Todopoderoso sean sobre todos ellos). Él nació en Medina el 4 de diciembre de 846 y fue martirizado en Samarra el 1 de enero de 874, envenenado por el gobernante abbasí Mutamid.
  • 5. Al Maylisi, Bihar al Anwar, Vol. 17, pp. 307-311. Las páginas siguientes narran otros numerosos milagros del Profeta.
  • 6. Al Maylisi, Bihar al Anwar, Vol. 15, pp. 193-198.
  • 7. En realidad, Ali nació en 600, cinco años más tarde.
  • 8. Ibid., pp. 202-204.
  • 9. Este templo fue construido por Salomón (el Profeta Suleiman) para expresar su gratitud por lo que el Todopoderoso le había concedido. Salomón había obtenido anticipadamente el permiso de su Señor para erigirlo. Un pequeño destello de su esplendor es mencionado en el Sagrado Corán (27:44): “Se le dijo (a Balqis, la reina de Saba): “¡Entra en el palacio!” Pero al verlo creyó que era un estanque de agua y descubrió sus piernas. Él dijo: “En verdad, es un palacio de cristal pulido.” Más tarde, el templo fue demolido enteramente por orden de Salomón y la afirmación de los judíos de que la Mezquita de Al Aqsa ha sido construida sobre sus cimientos es falsa”.
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