Los logros del Imam Zain al-Abidin (P)

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Sayyid Sa’eed Akhtar Rizvi

Ningún Imam comenzó su Imamato en una atmósfera más trágica. El primer día de su Imamato estuvo gravemente enfermo y cautivo del ejército de Yazid en Kerbala. Su padre y predecesor había sacrificado todo lo que tenía en el altar de la verdad; y el Imam Zain al-Abidin (P) se encontró formando parte de un grupo de viudas y huérfanos indefensos que eran conducidos de un lugar a otro, desde el palacio del gobernador Ubaidullah ibn Ziyad, en Kufa, hasta la corte de Yazid, en Damasco. Finalmente fueron arrojados a una prisión, donde el Imam (P) pasó el primer año de su Imamato, aislado de los seguidores de su padre e incapaz de ocuparse de sus asuntos.

Comprensiblemente, la tragedia de Kerbala había creado un caos en el mundo chií. Los chiíes estaban sumidos en un oscuro pesimismo y la comunidad estaba en desorden. Ya había comenzado un movimiento para aceptar a Muhammad al-Hanafiyah, hijo de Amir-ul-Muminin Ali (P), como el cuarto imam. El problema era: ¿cómo detener ese movimiento sin poner en peligro la vida del Imam Zain al-Abidin (P)?

Yazid no había dudado en asesinar al Imam Husain (P) a pesar del mayor prestigio que tenía a los ojos de los musulmanes. Hubiera sido mucho más fácil para él matar al Imam Zain al-Abidin (P), un joven de 23 años, cuyas cualidades todavía eran poco conocidas por la comunidad musulmana. Y no era del interés del islam que el Imam Zain al-Abidin (P) fuera martirizado tan poco tiempo después que el Imam Husain (P).

En total, el Imam Zain al-Abidin (P) tenía tres tareas difíciles ante sí:

1. Anunciar su Imamato públicamente.

2. Unir a la comunidad de tal manera que no les diera a Yazid y sus seguidores una excusa para tomar represalias.

3. Expandir la religión verdadera, proporcionando un faro de luz para guiar a los buscadores de la verdad a la seguridad de la fe auténtica y las obras virtuosas, y haciéndolo sin atraer la atención de sus enemigos.

Cualquiera de estas enormes tareas habría derrotado a un ser menor. Pero el Imam Zain al-Abidin (P), bajo la guía divina, logró todos estos objetivos de una manera tan hermosa y discreta que incluso sus seguidores, que se beneficiaron enormemente de su excelente liderazgo, no se dieron cuenta conscientemente de cómo estaban siendo guiados.

Anuncio de su Imamato

Muhammad al-Hanafiyah afirmó que él era el Imam después de su hermano, el Imam Husain (P), (al igual que el Imam
Husain (P) se había convertido en imam después de su hermano mayor, el Imam Hasan (P)). El Imam Zain al-Abidin (P) dijo que la afirmación de su tío estaba equivocada y que él (es decir, Imam Zain al-Abidin (P)) era el Imam después de su padre por voluntad divina.

Esta “disputa” familiar aparentemente no pudo resolverse y finalmente el Imam Zain al-Abidin (P) sugirió que se acercaran a la “Piedra Negra” (Al-Hayar al-Aswad) en la Kaaba para su juicio. Muhammad al-Hanafiyah estuvo de acuerdo y ambas partes fueron a La Meca durante la temporada del Hayy, cuando miles de los peregrinos se habían reunido para la peregrinación.

La noticia de que Ali bin al-Husain (P) y Muhammad al-Hanafiyah querían que la Piedra Negra juzgara entre ellos debió de haberse extendido como un reguero de pólvora . Todo el mundo debió haberse preguntado: ¿Cómo podría una piedra juzgar entre dos personas? Debieron haber esperado ansiosamente para ver el resultado cuando las dos partes se acercaron a la Piedra. ¿Qué dirían cuando la Piedra, siendo piedra, no respondiera a sus peticiones?

Este debe haber sido el sentimiento de la multitud cuando el tío y el sobrino avanzaron lentamente hacia la Piedra Negra. Primero Muhammad al-Hanafiyah habló a la Piedra. No hubo respuesta. El Imam Zain al-Abidin (P) dijo: “¡Oh tío! Si hubieras sido el Imam, ciertamente te habría respondido”.

Muhammad al-Hanafiyah dijo: “Ahora tú ¡Oh sobrino! Reza y pídelo”. El Imam Zain al-Abidin (P) oró a Al-lah y luego le pidió a la Piedra Negra que declarara quién era el Imam después de Husain bin Ali (P).

Hubo un temblor en la Piedra y luego Al-lah la hizo hablar en árabe claro: “Ciertamente, el Imamato, después de Husain bin Ali, es para Zain al-Abidin Ali bin al-Husain, hijo de Ali bin Abi Talib y Fatima bint Rasulillah”.

Muhammad al-Hanafiyah aceptó el veredicto y declaró su lealtad al Imam Zain al-Abidin. Esta “disputa” fue el principio del fin del movimiento Kaisaniyah, que quería aceptar a Muhammad al-Hanafiyah como Imam. El cisma fue detenido; y, como solo era una «disputa familiar”, Yazid no pudo sacar beneficio de este episodio de ninguna manera.

Pero la naturaleza milagrosa del episodio y el momento cumplieron su propósito. Los peregrinos al regresar a sus hogares debieron sentirse obligados a narrar esta sorprendente historia; y, así, los chiíes de todo el mundo musulmán llegaron a saber, sin ninguna proclamación formal, que el Imam Zain al-Abidin (P) era su líder y guía designado por Al-lah.

Unir a la comunidad chii

Este es un aspecto aún más fascinante de su Imamato.

¿Cómo iba a unir a todos los chiíes en un lazo eterno? ¿Cuál era el factor que podía unirlos permanentemente? ¿Exhortaciones filosóficas? Pero estas solo tienen efecto en un pequeño grupo de intelectuales; el hombre de la calle no está influenciado por ellas. Además, no pueden influir en los “sentimientos” y la “unidad” es un sentimiento. ¿Algunos aspectos alegres de la religión? La alegría y la felicidad son un “sentimiento”, sin duda. Pero no necesariamente “une” a la gente. Muchas son las ocasiones en las que un hombre realiza una alegre celebración y su hermano se niega a acompañarlo. Pero, cuando hay una tragedia en esa casa, ese mismo hermano se precipita allí para compartir ese dolor.

Esta tendencia de la naturaleza humana nos lleva a la tercera alternativa, el dolor. El dolor y la pena logran unir a los dolientes, mientras que los argumentos intelectuales y las celebraciones alegres no logran ese objetivo. ¿No vemos cómo en el momento de una tragedia nacional todas las diferencias políticas se olvidan genuinamente y cómo toda la nación se une para compartir el dolor y asumir las responsabilidades resultantes? El Imam Zain al-Abidin (P), bajo mandato divino, seleccionó este método para unir a la comunidad.

Maylisi (Bihar al-Anwar. Vol. XI)  ha escrito un capítulo, “Su luto y llanto por el martirio de su padre, que la gracia de Al-lah sea con ambos”, en el que, entre otras cosas, escribe: “Y se dice que él (es decir, el Imam Zain al-Abidin (P)) siguió llorando hasta que sus ojos peligraron. Y cada vez que tomaba agua para beber, lloraba hasta que las lágrimas llenaban la vasija. Alguien le habló de eso y él respondió: “¿Por qué no he de llorar, cuando a mi padre se le negó el agua que estaba disponible para las bestias y los animales?

“Y nunca le trajeron comida sin que llorara, tanto que un sirviente le dijo: “¡Oh Hijo del Mensajero de Al-lah! Tengo miedo de que te mueras (de este llanto)”. El Imam dijo: “Solo me quejo de mi distracción y angustia ante Al-lah. Nunca recuerdo la masacre de los hijos de Fátima (en Kerbala) sin que las lágrimas me estrangulen’”. Naturalmente, este ejemplo dado por su Imam fue seguido por los chiíes en todas partes; y unieron sus manos para establecer el duelo por el Imam Husain (P) siempre que fuera posible. Esto creó un sentimiento de unidad en todas las personas que asistieron a esas sesiones de duelo.

¿Y cómo podrían Yazid o Yazidíes decirle al Imam Zain al-Abidin que no recordara a su padre?

Esta institución del duelo se convirtió en el punto central de todas las actividades religiosas de la comunidad chií y la línea vital de su fe. En períodos posteriores, los enemigos de la fe se dieron cuenta del papel vital que juega el “duelo” en la educación religiosa y la formación del carácter de los chiíes y trataron de detenerlo por medio de algunas “fatuas”.

Ahora han cambiado de táctica. Y preguntan: ¿Por qué uno debe llorar por un evento que ocurrió hace más de 1.300 años? Lo preguntan siendo plenamente conscientes de que estas sesiones de duelo (mayalis) son las escuelas religiosas mejor organizadas y más concurridas, donde los participantes aprenden voluntariamente los principios básicos de la fe, se les exhorta a emular la forma de vida de Ahlul Bait y se fortalece su perspectiva islámica sobre la vida y el mundo.

Este método de aprendizaje fue dado a la comunidad chií por el Imam Zain al-Abidin (P) tan discretamente que incluso la comunidad no se dio cuenta de su importancia y significado al principio.

Enseñar el verdadero islam

Las dos tareas anteriores fueron peldaños para alcanzar la más importante de sus responsabilidades. Hemos visto cómo el Imam anunció su Imamato por medio de una “disputa familiar” y cómo les dio a sus seguidores una plataforma de unidad en forma del duelo por su padre.

Asimismo, en el cumplimiento de esta tercera y más importante de sus tareas, no se dirigió a ningún ser humano. Seleccionó la forma de Du´a (invocación) para este propósito. Recogió sus Du´as en forma de libro y pidió a sus dos hijos que hicieran copias del mismo.

Esto en sí mismo es una indicación de que estas invocaciones no son solo una oración, sino también un medio de orientación para los musulmanes. ¿Cómo podría alguien decirle a un musulmán que no le pida a Al-lah lo que quiere? ¿Cómo podría alguien interponerse entre Al-lah y Su siervo, cuando este, levantando sus manos, llama a su Señor para que venga en su ayuda y lo ayude a salir de sus dificultades?

Esas Du´as así registradas son un tesoro del conocimiento islámico. Uno encuentra en ellas casi todas las preguntas teológicas y éticas respondidas con elocuencia y erudición. Al leerlas, el corazón se llena de verdadera creencia y amor sincero por Al-lah, y la luz de la virtud y la nobleza ilumina el carácter. No es posible dar aquí ni siquiera una breve reseña de este libro sagrado, generalmente conocido como “As Sahifatus-Sayyadiyah” o “As-Sahifatul-Kamilah”, y también llamado el “Salmo de Ali Muhammad» y el “Inyil de Ahlul Bait”.

De esta manera, el Imam Zain al-Abidin (P) pasó su vida brindando orientación no solo a los musulmanes de su tiempo, sino también a las generaciones venideras. Cuando dejó este mundo, había más que logrado todo lo que Al-lah le había encomendado.

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