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Un diálogo con un sabio

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Un diálogo con un sabio

Dije a uno de nuestros sabios:
– Aun cuando Mu‘awiah asesinó al inocente y difamó a gente de honor, ustedes consideran que él hizo Iytihad y que se equivocó, por lo tanto merece una sola recompensa. Aun cuando Iazid asesinó a los descendientes del Mensajero y dio luz verde a su ejército para hacer en Madinat-ul Munawarah lo que sus ambiciones y deseos quisiesen, ustedes consideran que él hizo Iytihad y se equivocó, por lo que merece una sola recompensa. Inclusive, algunos de ustedes dicen que “Al-Husain fue asesinado con la espada de su abuelo”, para justificar (en cierto modo) la acción de Iazid.

Entonces, ¿por qué no debo yo hacer Iytihad a través de este estudio, aun cuando me lleve a dudar de los Compañeros y perjudique el honor de algunos de ellos, lo cual no sería nada en comparación con los asesinatos de la purificada familia del Profeta perpetrados por Mu‘awiah y Iazid? Si yo estuviera en lo cierto, tendría dos recompensas, y si estuviera equivocado tendría “una sola”.

No obstante, mi crítica hacia los Compañeros no es con el objeto de insultarlos, injuriarlos o maldecirlos, sino que solamente es un medio a través del cual deseo llegar a la verdad, para saber cuál es el grupo correcto y cuál el errado. Ésta es mi obligación y la de cada musulmán, y Allah -Alabado sea- conoce los secretos y lo que hay dentro de nosotros.

El sabio entonces me respondió:
– ¡Oh hijo mío!, la puerta del Iytihad ha sido cerrada en el tiempo.
– ¿Quién la ha cerrado? -pregunté.
– Los cuatro Imames (los fundadores de los cuatro escuelas Sunnis).
– Y yo expresé con libertad: ¡Alabado sea Allah! Ya que ni Allah ni Su Mensajero la han cerrado, ni los Califas Correctamente Guiados, a quienes “se nos ordenó seguir”; entonces no hay restricciones sobre mí para hacer Iytihad, como ellos mismos (los cuatro Imames) lo hicieron.

– Él dijo: Tu no puedes hacer Iytihad a menos que conozcas diecisiete disciplinas, entre ellas: Tafsir (Exégesis del Sagrado Corán), Lingüística, Sintaxis Gramatical, Sarf (Morfología), Retórica, Hadices, Historia, y otras.

– Lo interrumpí diciendo: Mi Iytihad no es para mostrar a la gente las normas del Corán y de la Tradición del Profeta, o para ser un líder religioso de una nueva madhhab. ¡No! Todo lo que quiero saber es quién está en lo cierto y quién equivocado. Por ejemplo, para saber si el Imam Ali estaba en lo cierto o Mu‘awiah, no necesito conocer diecisiete disciplinas. Todo lo que necesito hacer es estudiar la vida y obras de cada uno de ellos hasta conocer la verdad.
– Él replicó: ¿Acaso te importa saber todo eso?, pues:

«…Esa es una comunidad ya desaparecida. Ha recibido lo que merecía, como vosotros recibiréis lo que merezcáis y no seréis preguntados por lo que ellos hicieron» (Sagrado Corán; 2:134)

– Pregunté: ¿Tú lees “wa la tus’alun” con dammah (la vocal corta “u” sobre la letra “ta”, con lo que significa: “No seréis cuestionados”), o “wa la tas’alun” con fathah (la vocal corta “a” sobre la letra “ta”, con lo que significa: “No cuestionaréis”)?
– Él dijo: Tus’alun, con dammah.
– Yo dije: ¡Gracias a Dios! Si fuera con fathah entonces me prohibiría a mí mismo seguir investigando. Como está escrito con dammah, entonces eso significa que Allah -Alabado sea- no nos hará responsables por lo que ellos hayan cometido. Esto es como Su dicho -Alabado sea-:

«Cada uno será responsable de lo que haya cometido» (Sagrado Corán; 74:38)

Y el siguiente:

«…Que el hombre sólo será juzgado según su propio esfuerzo» (Sagrado Corán; 53:39)

Y el Sagrado Corán nos exhorta a estudiar acerca de las antiguas naciones y a aprender lecciones de sus historias.
Allah nos narra sobre el Faraón, Haman, Nimrod, Qarun, y sobre los antiguos profetas y sus pueblos, no para entretenernos, sino para diferenciarnos lo verdadero de lo falso. Por lo que respecta a tu pregunta sobre si me importa investigar eso, ¡pues sí, me importa!

En primer lugar, para saber quién es el amigo de Allah, a fin de que yo sea su amigo, y para saber quién es el enemigo de Allah, a fin de oponerme a él. Eso es lo que el Corán me pide, o mas bien, me ordena hacer.

En segundo lugar, me importa saber cómo debo adorar a Allah y acercarme a Él con las acciones obligatorias que me impuso, de la manera en que Él -Imponente y Majestuoso- quiere, y no como lo desee Malik, Abu Hanifah, o algún otro que hizo Iytihad.

Encontré que Malik prefiere no decir: «En el nombre de Allah, el Compasivo, el Misericordioso», durante las oraciones, mientras que Abu Hanifah lo considera una obligación. Otros dicen que las oraciones no son válidas sin ello.

Las oraciones son un pilar del Islam, las cuales, si son aceptadas, otros actos lo son, pero si fueran rechazadas, también serían rechazados los demás actos; por lo tanto, no quiero que mis oraciones sean inválidas. Por ejemplo, los Shi‘as dicen que durante la ablución debemos frotar nuestros pies con las manos húmedas, en tanto que los Sunnis dicen que debemos lavarlos. Pero cuando leemos el Sagrado Corán, encontramos:

«Frotad vuestras cabezas y pies» (Sagrado Corán; 5:6)

Lo cual es una prueba clara sobre el hecho de frotar. Por lo tanto, ¿cómo esperas que un musulmán sensato acepte esto y rechace lo otro sin investigar ni analizar?

– Él dijo: Tú puedes tomar lo que te complazca de cada Madhhab, pues todas ellas son Madhahib islámicas y provienen del Mensajero de Allah.
– Yo dije: Temo llegar a ser uno de aquellos de quienes Allah dice:

«¿Y qué te parece quien ha tomado a sus caprichos como divinidad, a quien Allah ha extraviado a sabiendas, sellando su oído y su corazón, poniendo un velo ante sus ojos? ¿Quién podría guiarle fuera de Allah? ¿Es que no os dejaréis amonestar?» (Sagrado Corán; 45:23)

Señor, yo no creo que todas las escuelas islámicas (madhahib) sean correctas, puesto que, mientras una de ellas permite algo, la otra lo prohibe, y no parece lógico que una cosa esté permitida y prohibida simultáneamente. El Mensajero de Allah (BP) no se contradijo en las reglas que aplicó, pues ellas fueron reveladas en el Corán:

«Si hubiera sido de otro que de Allah (el Corán), habrían encontrado en él numerosas contradicciones» (Sagrado Corán; 4:82)

Debido a que las cuatro madhahib se diferencian enormemente entre ellas, éstas no pueden provenir de Allah o de Su Mensajero, pues el Mensajero no contradijo el Sagrado Corán.
Cuando el sabio Shaij encontró mi argumento lógico y fuerte, dijo:

– Te aconsejo, por la causa de Allah el Altísimo, no importa lo vacilante que puedas estar, que no dudes de los Califas Correctamente Guiados, pues ellos son los cuatro pilares del Islam; si uno de ellos se derrumbara, el edificio entero se derrumbaría.
– Dije: Dios me perdone, señor, pero, ¿qué hay del Mensajero de Allah si es que aquellas personas son los pilares del Islam?
– ¡El Mensajero de Allah es el edificio! Él es la totalidad del Islam -respondió.

Sonreí cuando escuché su análisis, y dije:
– ¡Pido perdón a Allah, otra vez! Señor, tú estás diciendo, sin darte cuenta, que el Mensajero de Allah (BP) no podría haber obrado sin el apoyo de aquellos cuatro, en tanto que Allah -el Altísimo- dice:

«Él es quien ha mandado a Su enviado con la Dirección y con la religión verdadera, para que prevalezca sobre toda la religión (ésta y cualquier otra). ¡Allah basta como testigo!» (Sagrado Corán; 48:28)

Él envió a Muhammad con el Mensaje, en el cual ninguno de los cuatro tuvo participación, ni tampoco nadie más. Allah dice en relación a ello:

«Así como os hemos mandado un Enviado de entre vosotros para que os recite Nuestras Aleyas, para que os purifique, para que os enseñe la Escritura y la Sabiduría, para que os enseñe lo que no sabíais» (Sagrado Corán; 2:151)

– Él dijo: Eso es lo que hemos aprendido de nuestros Imames y Shaij, y no contradecíamos lo que ellos nos enseñaban, de la forma que ustedes los de la nueva generación lo hacen hoy. Ustedes dudan de todo, hasta de la religión misma. Este es un signo de la cercanía de la Hora -es decir, el Día del Juicio- puesto que el Mensajero de Allah (BP) dijo: “La Hora llegará como resultado de la maldad de la gente”.

-Yo contesté: Señor, ¿por qué toda esta exageración? Dios no permita que yo dude de la religión o de Él; yo creo en Allah, Quien es Único, sin asociados. Creo en Sus Ángeles, Libros y Mensajeros. Creo que Muhammad es Su Siervo y Mensajero, que es el mejor de todos los profetas y enviados, y el Sello de todos ellos; y soy de los musulmanes. Así que, ¿cómo puedes acusarme de eso?

– Él dijo: Te acuso de eso y de mucho más, pues tú dudas de nuestros maestros Abu Bakr y ‘Umar, siendo que el noble Profeta dijo: “Si la fe de mi comunidad y la de Abu Bakr fueran puestas en una balanza, la fe de Abu Bakr pesaría más”. El noble Profeta asimismo dijo en honor de ‘Umar: “Se me mostró mi comunidad, y cada uno de ellos estaba usando una camisa que no les llegaba hasta el pecho; y se me mostró a ‘Umar y él tenía una que inclusive arrastraba”. Ellos dijeron: “¡Oh Mensajero de Allah! ¿Cómo interpretas eso?”. Él dijo: “La Religión” (refiriéndose a que la religión de ‘Umar es completa, en tanto que la de los demás no lo es).

Y tú vienes hoy, en el siglo catorce (Hiyri) y dudas de la rectitud de los Compañeros y especialmente de Abu Bakr y de ‘Umar. ¿Acaso no sabes tú que la gente de Irak es la gente de la discordia, le incredulidad y la hipocresía?

¿Qué podía decirle yo a este hombre que alegaba conocimiento y erudición, y que se volvió tan arrogante que transformó un bien estructurado diálogo, en una conversación desordenada, llena de mentiras y exageración? Él dijo eso en frente de la gente que lo admiraba, cuyos ojos enrojecieron y se les hincharon las venas del cuello. Noté maldad en sus rostros.

No me quedó otra que ir rápidamente a casa y traerles dos libros: Al-Muwatta, de Imam Malik, y Sahih Al-Bujari. Luego dije: “Señor, ¡quien me hizo dudar de Abu Bakr fue el mismo Mensajero de Allah!”.

Abrí Al-Muwatta y leí:

“Narró Malik que el Mensajero de Allah dijo de los mártires de Uhud: “Yo atestiguo por la fe de ellos”. Abu Bakr dijo entonces: “¡Oh Mensajero de Allah! ¿No somos nosotros sus hermanos? ¿No nos hicimos musulmanes como ellos? ¿No luchamos como ellos?”. El Mensajero respondió: “Sí, pero yo no sé las innovaciones que vosotros haréis en mi religión después de mí”. Al oír eso, Abu Bakr lloró y lloró amargamente; luego dijo: “Ciertamente que entonces te sobreviviremos”1.

Después de eso, abrí Sahih Al-Bujari y leí:

“Cierta vez ‘Umar ibn Al-Jattab fue con Hafsah (su hija) y encontró con ella a Asma’ bint ’Umais. Cuando él la vio preguntó: “¿Quién es ella?”. Hafsah respondió: “Asma’ bint ’Umais”. ‘Umar agregó: “La de Abisinia, la Mujer del Mar”. Asma’ respondió: “Así es”. Él dijo: “Nosotros emigramos (es decir, de La Meca a Medina) antes, por lo tanto estamos más acreditados ante el Mensajero de Allah que vosotros”.

Ella se enfadó muchísimo y dijo: “¡No, por Allah que no es así! Vosotros estuvisteis con el Mensajero de Allah, quien alimentó a vuestra gente hambrienta y advirtió a los ignorantes de entre vosotros; mientras que nosotros estábamos en una casa o tierra extraña y hostil, en Abisinia, por la causa de Allah y de Su Mensajero, y cada vez que yo comía o bebía algo, recordaba al Mensajero de Allah (BP), mientras sufríamos y temíamos. Por Allah, que mencionaré esto al Profeta sin mentir, quitar, ni añadir algo”.

Cuando el Profeta llegó, ella dijo: “Oh Profeta de Allah, ‘Umar dijo tal y tal cosa”. Él preguntó: “¿Qué le respondiste?”. Ella dijo: “Tal y tal cosa”. Él respondió: “Él no está más acreditado ante mí que vosotros. Él y sus compañeros tuvieron una sola emigración, pero vosotros, gente del barco, tuvisteis dos emigraciones”.

Ella dijo: “Encontré a Abu Musa y a la gente del barco viniendo hacia mí en grupos y preguntándome sobre el Hadiz muy satisfechos, pues nada en el mundo les pareció tan magnífico y dichoso que lo que el Profeta (BP) había dicho respecto a ellos”2.

Después de que el sabio Shaij y los demás presentes leyeron los hadices, sus rostros cambiaron y comenzaron a mirarse unos a otros, esperando la respuesta del sabio, quien había quedado en silencio. Todo lo que atinó a hacer, fue levantar sus cejas como expresión de asombro. Luego dijo:
– “¡Dios mío, concédeme más conocimiento!”.

– Agregué: “Si el Mensajero de Allah (BP) fue el primero en dudar de Abu Bakr, y no atestiguó por su fe, pues no sabía qué ocurriría después de su partida; y si el Mensajero de Allah no aprobó la preferencia de ‘Umar sobre Asma’ bint ’Umais, sino que la prefirió a ella; entonces, tengo derecho a dudar y no tener una preferencia por nadie hasta conocer la verdad. Evidentemente, estos hadices contradicen y anulan todos los hadices conocidos sobre las virtudes de Abu Bakr y ‘Umar, pues son más reales y lógicos que aquellos que mencionan sus pretendidos méritos”.

La audiencia dijo: “¿Cómo puede se así?”. Yo respondí: “Porque el Mensajero de Allah (BP) no atestiguó por la fe de Abu Bakr y le dijo: “Yo no sé las innovaciones que vosotros haréis en mi religión después de mí”. Esto suena muy razonable, pues está de acuerdo con el Sagrado Corán, y además la historia atestigua que ellos cambiaron la religión después de su partida. Debido a eso Abu Bakr lloró, pues él cambió e hizo enfadar a Fátima Az-Zahra, la hija del Mensajero -como explicamos antes-; cambió tanto que tenía remordimientos y deseó no haber sido un ser humano.

En cuanto al hadiz: “Si la fe de mi comunidad y la de Abu Bakr fueran puestas en una balanza, la fe de Abu Bakr pesaría más”, es falso e ilógico. Eso no es posible, pues la fe de un hombre que pasó cuarenta años de su vida creyendo en el politeísmo y adorando ídolos, no puede superar la fe de toda la comunidad de Muhammad, en la que había muchas personas sinceras, mártires, e Imames, que pasaron todas sus vidas combatiendo por la causa de Allah.

¿Cómo pudo Abu Bakr caber en este hadiz? Si eso fuera verdad, no habría deseado, al final de su vida, no haber sido un ser humano. Además, si su fe hubiera sido más grande que la fe de la comunidad entera de Muhammad, la Señora de las Mujeres, Fátima, la hija del Mensajero de Allah (BP), no se habría enfadado con él, ni lo habría acusado ante Allah en cada oración que realizaba”.

El sabio no respondió nada, en cambio, algunos de los hombres dijeron: “¡Por Allah! que este hadiz nos ha hecho dudar”. Recién entonces el sabio habló diciéndome:
– “¿Era eso lo que querías? ¡Hiciste que estas personas dudaran de su religión!”.

Me bastó con que un hombre de la audiencia le respondiera diciendo: “¡No, él está en lo cierto! Nosotros no hemos leído un libro entero en toda nuestra vida; seguimos y creímos ciegamente en ustedes y sin ningún cuestionamiento, y ahora es evidente que lo que Al-Hayy ha estado diciendo es correcto, y es nuestro deber leer e investigar”.

Otras personas concordaron con él; fue una victoria de la verdad y la realidad. No fue una victoria de la fuerza y la coerción, sino del intelecto y de las pruebas y argumentos lógicos. Allah dice: «Di: Aportad vuestra prueba, si es que sois veraces».

Eso es lo que me animó a emprender el estudio. Las puertas me fueron abiertas de par en par, y entré en el Nombre de Allah, por Allah, y siguiendo la religión de Su Mensajero; deseando que Allah -Poderoso e Imponente- me concediera el éxito y la guía, pues Él prometió Su guía a todo el que la buscase, y Él no falta a Sus promesas.

Hice una investigación -con gran minuciosidad- que duró tres años, pues a menudo releía los libros; algunas veces repetía la lectura desde la primera hasta la última página.

Leí Al-Muraya‘at, por el Imam Sharaf-ud Din varias veces, ya que abrió nuevos horizontes para mí y me guió e infundió en mi corazón el amor y la amistad hacia Ahl-ul Bait.

Leí Al-Gadir, por el Shaij Al-Amini, tres veces, debido a las verdades claras e irrefutables que contiene. Además, leí Fadak en la Historia, por el Saiid Muhammad Baqir As-Sadr, y As-Saqifah, por el Shaij Muhammad Rida Al-Muzaffar, con el que se me aclararon muchos secretos ocultos.

Leí An-Nass wal Iytihad – “El Texto Estipulante y la Interpretación”, con el cual mi convencimiento aumentó. Leí Abu Hurairah, por Sharaf-ud Din, y Shaij Al-Mudirah, por el Shaij Mahmud Abu Raiiah Al-Misri, y supe que los Compañeros que cambiaron después de la muerte del Mensajero de Allah fueron de dos tipos. El primero, cambió los preceptos mediante su poder y autoridad.

El segundo, cambió los preceptos atribuyendo falsos hadices al Mensajero de Allah (BP).

Leí Al-Imam As-Sadiq y las Cuatro Escuelas, por Asad Haidar, y aprendí las diferencias entre conocimiento dotado y conocimiento adquirido. También conocí la diferencia entre la sabiduría de Allah que Él concede a quien le place y la infantil pretensión de tener conocimiento e Iytihad, que alejó a la comunidad del espíritu del Islam.

Leí muchos libros de autores como Saiid Ya‘far Murtada Al-Amili, Saiid Murtada Al-Askari, Saiid Al-Jo’i, Saiid At-Tabatabai, Shaij Muhammad Amin Zain-ud Din, Al-Fairuz Abadi, Ibn Abi Al-Hadid Al-Mu‘tazili y su comentario sobre Nahy-ul Balaghah, y Al-Fitnat-ul Kubra, de Taha Husain.

De entre los libros de historia leí los de At-Tabari, Ibn Azir, Al-Mas‘udi y Al-Ia‘qubi. Leí bastante, hasta que me convencí de que la Shi‘a Imamiiahestá en lo cierto.

De este modo, me hice Shi‘a y con la ayuda de Allah, subí a bordo del arca de Ahl-ul Bait y me aferré al cordel de su lealtad, pues encontré -gracias a Allah- el sustituto de esos Compañeros quienes, como se me hizo patente, retrocedieron sobre su pasos, librándose sólo unos pocos de entre ellos.

Los cambié por los Imames de Ahl-ul Bait-un Nabawi, la Gente de la Casa del Profeta, de quienes Allah alejó la impureza y purificó sobremanera, e hizo obligatorio para toda la gente el amarles.

Los Shi‘as no son, como nuestros sabios religiosos afirman, los persas y zoroastrianos cuyo poder, gloria y grandeza fueron destruidos por ‘Umar en la guerra de Al-Qadisiiah, ¡y que es por lo que ellos lo odian!

Mi respuesta a aquéllos, es que, seguir la madhhab de la Familia del Profeta no se restringe a los persas, pues hay Shi‘as en Irak, en el Hiyaz, en Siria, en Líbano y todos ellos son árabes. Además, hay Shi‘as en Pakistán, La India, África, América, y todos aquellos no son árabes ni persas.

Si nos limitamos a los Shi‘as de Irán, el tema llega a estar más claro, pues encontré que los persas creen en el liderazgo de los doce Imames, todos los cuales eran árabes de Quraish, de Bani Hashim, la descendencia del Profeta (BP). Si los persas fueran fanáticos nacionalistas y odiaran a los árabes como algunas personas afirman, ellos habrían tomado a Salman Al-Farsi (el Persa) como su Imam, pues era de los suyos, y fue un gran Compañero respetado tanto por los Shi‘as como por los Sunnis.

Por otra parte, encontré que la mayoría de los Imames Sunnis eran persas, tales como Abu Hanifah, An-Nisa’i, At-Tirmidhi, Al-Bujari, Muslim, Ibn Mayah, Ar-Razi, Al-Gazali, Ibn Sina (Avicena), Al-Farabi, o muchos otros.

Si los Shi‘as fueran todos persas que rechazan a ‘Umar ibn Al-Jattab porque él destruyó su poder y grandeza, entonces, ¿cómo podemos explicar el rechazo de árabes y otros que no eran persas? Por consiguiente, este es un alegato ilógico. Esta gente rechazó a ‘Umar a causa de su participación en la exclusión del Comandante de los Creyentes, el Señor de los Herederos, Ali ibn Abi Talib, del Califato, después de la muerte del Mensajero de Allah (BP), y debido a las trágicas guerras civiles, disturbios y decadencia de esta comunidad, lo cual es suficiente para quitar el velo de cualquier investigador libre y para que se le revele la realidad. Así, éste llega a rechazarlo (a ‘Umar) sin haber sentido una hostilidad previa hacia él.

Los Shi‘as, ya sean árabes, persas o de alguna otra nacionalidad, acataron los Textos Coránicos y la Tradición del Mensajero de Allah y de su Familia, siguiendo al Imam de la guía y a sus hijos, los faros en medio de las tinieblas, sin que nadie aparte de ellos los satisfagan, a pesar de la política de disuasión y coerción de los Omeyas, y más tarde de los Abbasidas, durante siete siglos.

Durante aquel período, éstos persiguieron a los Shi‘as por todas partes; los asesinaron y desterraron, les negaron sus derechos, trataron de borrar su herencia cultural e intelectual, y esparcieron toda clase de rumores, que mantuvieron alejada a la gente de ellos. Las huellas de todo eso permanecen hasta el presente día.

No obstante, los Shi‘as permanecieron firmes, persistentes y pacientes, y se aferraron a la verdad, sin temer las críticas y reproches (de la gente), en el camino de Allah. Están pagando el precio de su persistencia hasta hoy en día.

Yo desafío a cualquiera de nuestros sabios religiosos a entrar en debate con los sabios religiosos de los Shi‘as sin salir reflexionando en la guía en la que se encuentran.

Así es; encontré la alternativa, y alabo a Allah, Quien me guió, pues no me habría encaminado sin Su Guía. Alabado sea Allah, a Quien agradezco por haberme indicado el grupo de la salvación, que yo estaba buscando con ansia.

No me cabe ninguna duda de que aferrarse a Ali y a Ahl-ul Bait, es aferrarse a ‘Uruat-il Wuzca -“el asidero más firme”-, el cual es irrompible. Existen muchos textos del Mensajero de Allah sobre esto, en los cuales concuerdan todos los musulmanes; pero el sano razonamiento es, quizás, la mejor prueba para cualquiera que esté preparado para escuchar. Ali fue, absolutamente, el Compañero más sabio y valiente, como la comunidad entera lo testificó. Esto solo es suficiente indicación de su derecho, sobre el de cualquier otro, al Califato.
Allah -el Altísimo- dice:

«Su Profeta les dijo: “Allah os ha suscitado a Saúl como rey”. Dijeron: “¿Cómo va él a dominar sobre nosotros, si nosotros tenemos más derecho que él al dominio y no se le ha concedido abundancia de hacienda?”. Dijo: “Allah lo ha escogido prefiriéndolo a vosotros y le ha dado más ciencia y más cuerpo”. Allah otorga Su dominio a quien Él quiere. Allah es Inmenso, Omnisciente» (Sagrado Corán; 2:247)

Y el Mensajero de Allah dijo:

“Ali es parte de mí, yo soy parte de él, y él es el Wali (protector) de todo creyente después de mí”3.

El Imam Az-Zamajshari dijo en una de sus poesías:

La duda y las diferencias se han incrementado.
Cada uno alega estar en el sendero recto.
Pero yo me he aferrado a:
No hay divinidad sino Allah,
y a mi amor por Ahmad (Muhammad) y por Ali.
Un perro triunfó por amor a los Compañeros de la caverna.
¿Cómo podría yo ser desafortunado
amando a la Familia del Profeta?

Sí, yo encontré la alternativa, Alabado sea Allah, pues me transformé en un seguidor -luego del Mensajero de Allah- de Amir Al-Mu’minin (el Comandante de los Creyentes), el Señor de los Herederos, líder de los más iluminados, el León victorioso de Allah, el Imam Ali ibn Abi Talib; de los Señores de los Jóvenes del Paraíso, los amados del Profeta, el Imam Abu Muhammad Al-Hasan Az-Zaqi, y el Imam Abu ‘Abdullah Al-Husain; y de la hija de Al-Mustafa (el Elegido, Muhammad), la Descendencia de la Profecía, la Madre de los Imames, el tesoro del Mensaje, por quien el Señor de la Grandeza y la Imponencia se enfada si ella está enfadada; la Señora de las Mujeres, Fátima Az-Zahra. La paz sea sobre todos ellos.

He cambiado a Imam Malik por el maestro de esos (cuatro) Imames, el maestro de la comunidad islámica, el Imam Ya’far As-Sadiq (P).

Me he aferrado a los nueve infalibles de la descendencia de Al-Husain, los Imames de los musulmanes y los sinceros amigos de Allah.

He cambiado a los Compañeros que se volvieron sobre sus pasos, como Mu’awiah, Amr ibn Al-Aas, Al-Mughira ibn Shu‘ba, Abu Hurairah, Akrama, Ka‘b Al-Ahbar y otros, por los agradecidos Compañeros que nunca rompieron la promesa que le hicieron al Profeta, como ‘Ammar ibn Iasir, Salman Al-Farsi, Abu Dharr Al-Ghifari, Al-Miqdad ibn Al-Aswad, Juzaimah ibn Zabit Dhush Shahadatain (el Poseedor de los Dos Testimonios), Ubai ibn Ka‘b y otros. Alabado sea Allah por este esclarecimiento.

He cambiado a los ‘Ulama de mi gente, quienes congelaron nuestros intelectos y cuya mayoría siguió a los sultanes y gobernantes en toda época, por los justos ‘Ulama de la Shi‘a, quienes nunca cerraron la puerta del Iytihad, y quienes no flaquearon ni se sometieron a los opresores, emires y gobernantes.

Sí, cambié las ideas tercas y fanáticas que aceptan contradicciones, por ideas brillantes, libres y abiertas basadas en las deducciones, pruebas y argumentos lógicos.

“He limpiado mi cerebro” de la suciedad que se había acumulado durante treinta años a causa de las mentiras de los Omeyas. Lo he purificado con la creencia en los Infalibles, aquellos de quienes Allah alejó la impureza y purificó sobremanera. Hice eso por lo que resta de mi vida.

¡Oh Allah!.. Por favor, permítenos vivir nuestras vidas siguiendo sus pasos; permítenos morir según su tradición y resucítanos junto a ellos, pues Tu Profeta (BP) dijo: “El hombre será resucitado junto con aquellos que ama”.

De este modo, he regresado a mi origen, pues mis padres y tías solían hablarnos sobre nuestro árbol genealógico, y a menudo nos decían que éramos de entre As-Sadah (plural de Saiid: descendiente del Profeta), quienes escaparon de Irak bajo la presión de los Abbasidas y llegaron al Norte de África y se asentaron en Túnez, donde incluso hasta el presente queda testimonio de ellos.

Allí (en el Norte de África) hay muchos como nosotros que tienen esa purificada ascendencia y son llamados Al-Ashraf (los Nobles), pero se extraviaron a causa de las falsedades de los Omeyas y los Abbasidas, y ahora no les queda nada de la verdad, excepto el respeto y la estima que la gente les profesa.

Alabado sea Allah por Su Guía… y Alabado sea Allah por el esclarecimiento y por abrir mis ojos y mi entendimiento para ver la verdad.

  • 1. Muwatta, de Imam Malik, Vol. 1, p. 307. Al-Maghazi lil-Waqidi. P. 310.
  • 2. Sahih Al-Bujari, Vol. 3, p. 387.
  • 3. Sahih At-Tirmidhi, Vol. 5, p. 296. Jasa’is An-Nisa’i, P. 87. Mustadrak Al-Hakim, Vol. 3, p. 110.
     

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