Intercesión en la creación

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Corán

«Temed el día en que nadie pueda satisfacer nada por otro»

El poder y la autoridad temporal, como todos sus distintos sistemas y condiciones variables, se basan en una necesidad de la vida. La única justificación de esa institución es que cumple un papel necesario dados los factores sociales existentes y su estructura concomitante. A veces cambia una conveniencia por otra, renuncia a un beneficio por otro, substituye una orden por otra, sin valerse de ningún criterio sólido y firme para ello. El mismo fenómeno se observa en la administración de la justicia.

Lógicamente, un crimen debe ser pagado con un castigo. No obstante el juez, debido a razones extrañas, decide no castigar al criminal. A veces sucede que el criminal despierta en el juez un sentimiento de piedad sobrecogedor, debido a una apasionada apelación a la misericordia.

O una persona influyente intercede de tal manera ante el juez, que éste no puede dejar de aceptar la intercesión. O el criminal se convierte en testigo de cargo que llevaría a la cárcel a criminales más encumbrados, por lo que se lo libera sin ningún castigo. O su grupo o colegas lo liberan de las manos de las autoridades. Cualquiera sea la causa, es una costumbre bien establecida en los gobiernos mundanales y en las sociedades el dejar libre a veces a los hacedores del mal.

Las tribus antiguas y los idólatras creían que la vida en el más allá era una extensión de la de aquí, que las costumbres de esta vida también eran válidas para la otra, y que el otro mundo estaba impregnado por las mismas acciones y reacciones que prevalecían en este. Por eso ofrecían sacrificios y ofrendas a sus deidades, buscando el perdón de sus pecados o la asistencia en sus necesidades.

Se suponía que las ofrendas actuaban como intercesoras. Algunas veces se expiaba un pecado, o se buscaba la ayuda para ello, ofreciendo incluso sacrificios humanos. Poseían esta idea de la continuación de la vida, al punto que enterraban al fallecido con todos los tipos de cosas necesarias para la subsistencia, sin olvidar sus ornamentos y armas, debido a que podría usarlos en el viaje que tenía por delante. A veces, incluso, se llegaba a enterrar vivos, junto al cadáver, a sus soldados y concubinas.

Mucho de esto se puede ver en los museos arqueológicos alrededor del mundo. Algunas de esas ideas han persistido, de forma diversa, incluso entre los musulmanes de distintos idiomas y culturas. El Corán ha rechazado, en términos muy claros, todas esas creencias supersticiosas e ideas sin fundamentos: «…Y será Dios Quien, ese día, decida» (Corán. 82:18); «…vean el castigo y se rompan los lazos que los unían» (Corán. 2:166); «Habéis venido uno a uno a Nosotros, como os creamos por vez primera, habéis dejado a vuestras espaldas lo que os habíamos otorgado. No vemos que os acompañen vuestros intercesores, que pretendíais eran los asociados (de Dios). Se han roto ya los lazos que con ellos os unían, se han esfumado vuestras pretensiones» (Corán. 6:94); «Allí, cada uno experimentará de nuevo lo que hizo en vida. Serán devueltos a Dios, su verdadero Dueño, y se esfumarán sus invenciones» (Corán. 10:30).

Hay muchos versículos similares que muestran que la vida en el más allá se separa de las causas naturales que gobiernan esta vida, encontrándose totalmente desconectada de las relaciones materiales. Una vez que se comprende este principio, todos los mitos antes mencionados deberían quedar automáticamente esclarecidos. Pero el Corán no se contenta con una manifestación general.

Refuta cada uno y todos los mitos descritos antes: «Temed el día en que nadie pueda satisfacer nada por otro, ni se acepte la intercesión ajena, rescate ni auxilio» (Corán. 2:48); «…antes de que venga día en que no sirvan ni comercio, ni amistad, ni intercesión..». (Corán. 2:254); «Día en que nadie podrá proteger nada a nadie, nadie será auxiliado» (Corán. 44:41) «;…no tendréis a nadie que os proteja de Dios» (Corán. 40:33); «¿Por qué no os auxiliáis ahora mutuamente? Pero ¡no! Ese día querrán hacer actos de sumisión» (Corán. 37:25-26); «En lugar de servir a Dios, sirven lo que no puede ni dañarles ni aprovecharles, y dicen: “Estos son nuestros intercesores ante Dios”. Di: “¿Es que pretendéis informar a Dios de algo, en los cielos o en la tierra, que Él no sepa?”. Gloria a Él, está por encima de lo que Le asocian» (Corán. 10:18); «No tendrán los impíos amigo ferviente ni intercesor que sea escuchado» (Corán. 40:18); «Y, ahora, no tenemos a nadie que interceda, a ningún amigo ferviente» (Corán. 26:100-101).

Hay muchos otros versículos sobre el mismo tema que rechazan esos tipos de intercesión el Día de la Resurrección, aunque el Corán no impugna algunos. Más precisamente, confirma la intercesión en cierto grado. Por ejemplo, dice: «Dios es Quien ha creado los cielos y la tierra y lo que entre ellos hay en seis días. Luego, se ha instalado en el Trono. Fuera de Él, no tenéis amigo ni intercesor. ¿Es que no os dejaréis amonestar?» (Corán. 32:4); «…no tendrán, fuera de Él, amigo ni intercesor…» (Corán. 6:51); «Di: “Toda intercesión proviene de Dios…”» (Corán. 39:44); «…Suyo es lo que hay en los cielos y en la tierra. ¿Quién podrá interceder ante Él si no es con Su permiso? Conoce su pasado y su futuro…» (Corán. 2:255); «Vuestro Señor es Dios, Que creó los cielos y la tierra en seis días. Luego se instaló en el Trono, disponiéndolo todo. Nadie puede interceder sin Su permiso…» (Corán. 10:3); «Y dicen: “¡El Compasivo ha adoptado hijos!” ¡Gloria e Él! Son, nada más, siervos honrados. Dejan que sea Él el primero en hablar y obran siguiendo Sus órdenes. Él conoce su pasado y su futuro. No intercederán sino por aquellos de los que Él esté satisfecho. Están imbuidos del miedo que Él les inspira» (Corán. 21:26- 28); «Los que ellos invocan en lugar de invocarle a Él no pueden interceder, salvo aquéllos que atestiguan la Verdad y saben» (Corán. 43:86); «no dispondrán de intercesores sino los que hayan concluido un pacto con el Compasivo» (Corán. 19:87); «Ese día no aprovechará más intercesión que la de aquél que cuente con la autorización del Compasivo, de aquél cuyas palabras Él acepte. Conoce su pasado y su futuro mientras que ellos no pueden abarcarlo en su ciencia» (Corán. 20:109-110); «Es inútil interceder por nadie ante Él, excepto por quien Él permita» (Corán. 34:23); «¡Cuántos ángeles hay en los cielos y en la tierra cuya intercesión no servirá de nada, a menos que antes dé Dios permiso a quien Él quiera, a quien Le plazca!» (Corán. 53:26). Algunos de estos versículos (como los tres primeros) dicen que la intercesión está reservada para Dios, mientras que los demás versículos expresan que también otros pueden interceder con el permiso de Dios. Dice Dios: «Nadie en los cielos ni en la tierra conoce lo oculto, fuera de Dios…» (Corán. 27:65); «Él posee las llaves de lo oculto, sólo Él las conoce» (Corán. 6:59); «Él Conocedor de lo oculto. No descubre a nadie lo que tiene oculto» (Corán. 72:26).

Lo mismo ocurre con distintos versículos sobre los temas de la creación, el sustento, la determinación del fallecimiento, la orden, la autoridad y cosas similares. Algunos versículos reservan dichas cosas para Dios, mientras que otros dicen que alguien más puede hacerlas. Es un estilo bien conocido del Corán: primero rechaza la idea de que cualquier otro distinto a Dios pueda tener virtud alguna de perfección. Después confirma la misma virtud o perfección para otros, dependiendo del permiso y agrado de Dios. Cuando son leídos en conjunto, los versículos muestran que nadie tiene virtud alguna por su propia capacidad y derecho. Cualquiera pueda ser la excelencia, se la posee porque Dios la ha concedido.

Dios pone mucho énfasis en este hecho. Liga al requisito de Su deseo incluso esas cosas que están firmemente decretadas por Él. Por ejemplo: «Los desgraciados estarán en el Fuego gimiendo y bramando, eternamente, mientras duren los cielos y la tierra, a menos que tu Señor disponga otra cosa. Tu Señor hace siempre lo que quiere. Los felices, en cambio, estarán en el Jardín, eternamente, mientras duren los cielos y la tierra, a menos que tu Señor disponga otra cosa. Será un don ininterrumpido» (Corán. 11:106-108).

Debemos advertir que “estar eternamente” se hace depender del agrado o disposición de Dios, incluso en el caso del Jardín, aunque es un don que nunca será interrumpido. Esto pone de relieve que incluso cuando Dios decreta algo con todo rigor, lo decretado no escapa para nada a Su control o autoridad. «Tu Señor hace siempre lo que quiere» (Corán. 11:107). ¡Cuando Dios da algo, lo dado sigue totalmente en Su posesión; cuando niega algo, no es porque tema padecer alguna necesidad o deficiencia!.

En resumen, los versículos que rechazan la intercesión -aunque hablan del Día de la Resurrección- lo hacen en el contexto de la intercesión independiente de la voluntad de Dios, mientras que los que la aprueban lo hacen mostrando que es Dios quien la permite, es decir, que depende del agrado de Dios. Ahora deberíamos ver: ¿cuál es el sentido de la intercesión?; ¿quién puede interceder?; ¿por cuenta de quién?; ¿cuándo?; ¿cómo se relaciona la intercesión con el perdón divino?

Las causas intermediarias de la creación son, obviamente, los conductos que traen a las criaturas la misericordia divina, la vida, el sustento y otros dones. Y como tales, son intercesoras entre el Creador y lo creado. Algunos versículos coránicos se basan en este aspecto: «…Suyo es lo que hay en los cielos y en la tierra. ¿Quién podrá interceder ante Él si no es con Su permiso?» (Corán. 2:255); «Vuestro Señor es Dios, Que creó los cielos y la tierra en seis días. Luego se instaló en el Trono, disponiéndolo todo. Nadie puede interceder sin Su permiso…» (Corán. 10:3). La intercesión en el campo de la creación es solamente la intermediación de causas entre el Creador y la cosa o efecto creado, lo que lo hace existir y regula sus asuntos.

‘Allâmah Sayyid Muhammad Husayn at Tabâtabâ’

Al-Mizan: Una exégesis del Corán

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