Consejos para el mes de Ramadán

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Preserva tu persona de aquello que Allah prohibió y de desayunar con algo ilícito para ti. Y actúa según lo que aconsejó nuestro señor As-Sâdiq -que las bendiciones y paz de Allah sean sobre él- al decir:

“Cuando estés ayunando, entonces que ayunen tus oídos, tu vista, tu cabello, tu piel y todos tus miembros, o sea, (que ayunen o se abstengan) de las cosas prohibidas, e incluso también de las cosas desaconsejables (o makrûh)”. Y dijo -la paz sea con él-: “Que tu día de ayuno no sea igual que el día en que no ayunas”.

Y dijo (P): “Ciertamente que el ayuno no es (abstenerse) solamente de la comida y la bebida, entonces pues, cuando ayunéis, proteged vuestras lenguas de la mentira, y bajad vuestras miradas ante aquello que Allah prohibió. No disputéis entre vosotros, no os envidiéis, no hagáis maledicencia unos de otros, no riñáis, no juréis (en falso, ni tampoco verdaderamente), no os agraviéis, no os insultéis, no os oprimáis, no os injuriéis, no os fastidiéis entre vosotros, y no seáis negligentes del recuerdo de Allah, ni del Salât.

Imponeos el silencio, la paciencia y la veracidad, y apartaos de la gente del mal. Absteneos de las palabras falsas y de la mentira, de calumniar, de ser hostiles, de suponer mal, de la maledicencia y de la calumnia. Y consideraos prontos a partir hacia la otra Vida, de entre los que esperan (para vuestros días) la manifestación del Qâ’im (P) de la familia de Muhammad -las bendiciones y la paz sean con él y su purificada descendencia-, y de entre los que esperan lo que Allah os ha prometido, hallándoos aprovisionados para encontrar a Allah. Y debéis comportaros con la calma, solemnidad, humildad, sumisión y mansedumbre de los siervos temerosos de su amo, mientras os encontráis temerosos (del castigo de Allah) y esperanzados (de Su misericordia).

¡Oh tú, ayunante! Que tu corazón se haya purificado de los defectos, que tu pensamiento se haya depurado de lo pérfido, y que tu cuerpo se haya limpiado de las suciedades. Que tú te hayas desentendido por Allah de otro que Él; que Le hayas tornado sincero tu reconocimiento de la potestad divina (wilâiah); que hayas sofocado aquello que Allah te prohibió, tanto en privado como públicamente, y que hayas temido a Allah como debe ser temido tanto en tu privacidad como al encontrarte en público. Que hayas otorgado tu alma a Dios en los días de tu ayuno; que hayas vaciado tu corazón para dejarlo en exclusiva para Él, y para Él hayas erigido tu alma en aquello que te ordenó y hacia lo cual te exhortó.

Del libro Ramadán

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