Musulmanes: Una comunidad única

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«Y aferraos todos al vínculo de Allah y no os dividáis, y acordaos de las mercedes de Allah para con vosotros, cuando erais adversarios, que Él concilió vuestros corazones, y merced a su gracia os convertisteis en hermanos; estabais al borde de un abismo infernal y os salvó de él. Así Allah os dilucida sus signos. Quizás así, os guiéis y que surja de entre vosotros una comunidad que llame al bien, ordene lo bueno y prohíba lo malo. Ellos serán los bienaventurados. No seáis como aquellos que se dividieron y discordaron después de haberles llegado las evidencias, porque ellos sufrirán un terrible castigo». (Corán; 3: 103-105)

«¡Conságrate al monoteísmo! Que es la naturaleza de Allah sobre la cual creó a la gente. La creación de Allah es inmutable. Esta es la verdadera religión, pero la mayoría de la gente lo ignora. Volved contritos a Él, temedle, observad la oración y no os contéis entre los asociadores. De entre quienes dividieron su religión y formaron sectas, en las que cada partido está satisfecho con lo que tiene». (Corán; 30:30-32)

«Y sea cual fuere la causa de vuestra divergencia, su decisión solo a Allah le compete. ¡Tal es Allah, mi Señor! A Él me encomiendo y a Él retornaré». (Corán; 42:10)

«¡Oh creyentes! Obedeced a Allah, obedeced al Mensajero y a aquellos dotados de autoridad de entre vosotros. Si disputaseis, por cualquier causa, referidlo a Allah y al Mensajero, si creéis en Allah y en el último día. Eso es lo mejor y lo más apropiado». (Corán; 4:59)

«Y ciertamente que esta es vuestra comunidad, la cual es una sola, y que yo soy vuestro Señor. ¡Temedme, pues!» (Corán; 23:52)

«Y obedeced a Allah y a Su Mensajero, y no disputéis entre vosotros, porque así os desanimaríais y se perdería vuestro valor. Perseverad, que Allah está con los perseverantes». (Corán; 8:46)

Desde el surgimiento de la Ummah a manos del Mensajero de Allah (ByP), los enemigos de esta, ya sean idólatras, judíos, hipócritas, cruzados o mercenarios, se han empeñado en destruirla, produciendo divergencias y separaciones en sus filas.

La prédica islámica y su líder el Profeta Muhammad (ByP) se enfrentaron con este tipo de complots de parte los judíos, idólatras e hipócritas, logrando desarticularlos mediante la guía del Mensajero de Allah (ByP) y el apoyo de sus justos compañeros.

La historia de las luchas entre la primera generación del Islam en los días del Mensajero de Allah (ByP), y los hipócritas y judíos, está llena de sucesos que nos describen cómo los rivales y enemigos del Islam, utilizaban el arma de la división y la dispersión.

Quien analiza el bendito Corán, la Sunnah profética, las causas de revelación, y se sitúa en la historia de los primeros tiempos del Islam, observa que el Mensaje ha combatido contra esta enfermedad en una guerra sin indulgencias, siendo que la Ummah había sido advertida para que no cayera en ese error de las comunidades anteriores. El Corán les advierte a los musulmanes respecto de las divergencias y la división, los llama a la unidad, y les ilustra las desgraciadas consecuencias de las luchas y diferencias internas, al decir:

«… Y no disputéis entre vosotros, porque así os desanimaríais y se perdería vuestro valor…».

Es así como el Corán advierte respecto a las luchas y discrepancias que llevarían a la Ummah a un lamentable destino de debilidad, cobardía, humillación y pérdida de control del estado y la sociedad, donde estaría dividida en sectas enfrentadas, que luchan entre sí y que se maldicen mutuamente, a nivel de los idólatras y las comunidades extraviadas que dividieron las palabras de Allah, y actuaron vanamente con las disposiciones divinas, después de habérseles presentado claramente las pruebas.

El sagrado Corán dirige a esta comunidad a que se agrupe bajo el concepto del tauhid o unicidad divina, que se aferre a Allah, y se mantenga unida.

«¡Conságrate al monoteísmo!… Esta es la verdadera religión».

«Y aferraos todos al vínculo de Allah y no os dividáis…».

«Y ciertamente que esta es vuestra comunidad, la cual es una sola, y que yo soy vuestro Señor. ¡Temedme, pues!».

De esta manera, el Corán le expone a la Ummah los elementos para su unidad, que son:

1- El Adorado es la misma y única divinidad, donde el objetivo común es creer en Su unicidad y adorarlo.

2- Que el objetivo de la religión es la rectitud como personas, y estar de acuerdo a la fitrah o naturaleza primordial en base a la cual Allah creó a la gente.

3- La Ummah en su totalidad debe poner su esfuerzo para la difusión del Islam, y para ser una comunidad que invite hacia el bien, que ordene lo bueno, prohíba lo malo, y lleve el Mensaje hacia toda la humanidad:

«Y que surja de entre vosotros una comunidad que llame al bien, ordene lo bueno y prohíba lo malo».

Esto es lo que la Ummah debe proponerse, en vez de las luchas y diferencias, para que no consuma su esfuerzo y poder en luchas internas, debilitándose y dispersándose, y convirtiéndose así en un fácil bocado para sus enemigos.

El Corán orienta nuestras miradas a las más importantes causas de divergencia, y expone las soluciones básicas al respecto. Nos explica que:

1- En las diferencias ideológicas y de jurisprudencia, hay que referirse al Libro de Allah y a la Sunnah de Su Profeta (ByP):

«Si disputaseis, por cualquier causa, referidlo a Allah y al Mensajero».

«Y sea cual fuere la causa de vuestra divergencia, su decisión solo a Allah le compete».

También nos prohíbe transformar las diferencias ideológicas y jurídicas, en problemas de sectarización, enemistad y desmoronamiento de la Ummah:

«… y no disputéis entre vosotros, porque así os desanimaríais y se perdería vuestro valor…».

2- En lo concerniente a las cuestiones de naturaleza política y social, donde es el gobernante islámico legal el que las supervisa, delinea y ejecuta, es obligación obedecerlo y referirse a él, para que de esa forma las opiniones no se dispersen y se incrementen las posturas políticas y sociales, sino que sea la misma para la Ummah en su totalidad.

«¡Oh creyentes! Obedeced a Allah, obedeced al Mensajero y a aquellos dotados de autoridad de entre vosotros…».

Siempre y cuando el dotado de autoridad se aferre a las normas de la Shari’ah y procure la conveniencia de la Ummah.

Hoy en día, por gracia de Allah, los musulmanes tienen entre sus manos el Libro de Allah, al que no le cabe ningún tipo de falsedad, ni adulteración, sino que permanece tal como le fue revelado al Mensajero de Allah (ByP):

«Ciertamente que nosotros hemos hecho descender el Mensaje… y asimismo nosotros somos sus custodios». (Corán; 15:9)

Todos los musulmanes están de acuerdo en esto, ya que todos son monoteístas, creen en Allah, Uno y Único, sin igual y Eterno, tal como Él mismo se describe en el Corán.

Son unánimes en creer en la veracidad de Muhammad Ibn Abdul-la (ByP), tienen la misma qiblah u orientación para rezar, y concuerdan en los pilares del Islam como la oración, el ayuno, la peregrinación, la lucha sagrada, el diezmo, el ordenar lo bueno y prohibir lo malo, etc.

Son unánimes en la prohibición de los pecados capitales como la fornicación, tomar alcohol, la homosexualidad, el juego, el robo, el asesinato, la mentira, el lucro ilícito, etc.

No tienen diferencia en los principios y fundamentos doctrinales, que los convierte en una comunidad musulmana.

Por eso deben solucionarse las cuestiones relativas al Iytihad, y las diversas opiniones científicas, mediante la corroboración con el Libro de Allah y lo categórico de la Sunnah, ya que el Mensajero de Allah (ByP) los dispuso sobre Al-Mahyatul Baida’ (el camino luminoso). Dijo (ByP):

«Os dejo sobre Al-mahyatul baida’ donde sus noches son como sus días, y donde después de mi perecerá el que se desvíe».

Actualmente la comunidad islámica está pasando por una etapa muy delicada, un momento histórico y cultural decisivo. En su momento fue sometida a malévolas invasiones y ataques de los cruzados. Estos enemigos, ya sean cruzados o sionistas o sus cipayos, dirigen sus ataques a la doctrina del Islam, a sus recursos naturales, a sus pueblos, etc.

En los siglos diecinueve y veinte esto se incrementó. Se dividió a la Ummah en numerosos países, dificultaron o cortaron la comunicación entre sus miembros, promovieron las diferencias políticas, tribales, ideológicas y regionales entre los musulmanes. No hay que olvidar sus ataques ideológicos contras el Islam en general, para debilitarlo y destruirlo, al difundir teorías materialistas y ateas, como el comunismo o el existencialismo, la idea occidental del capitalismo, el socialismo, etc., y la formación de diversos partidos y gobiernos títeres que sostienen esas ideas y combaten al Islam y a los que llaman hacia él. Estos traidores atacan a quien enarbola el estandarte del Islam para guiar al ser humano y sacarlo de las tinieblas y dominio de los imperialismos.

Cada vez que sinceros miembros de la Ummah actúan para unificar sus filas y retornar a las bases de una civilización islámica y aplicar la Shari’ah, surgen los espías y elementos deplorables y oportunistas muchas veces en horma de religiosos, para difundir las diferencias y el sectarismo y confundir la apariencia del Islam, y así reafirmar el poder de los tiranos y facilitar el ataque a los oprimidos y la influencia sionista-materialista.

Los miembros de la Ummah deben armarse mediante la concientización y aprender a reconocer a aquellos que diseminan el veneno de la división entre los musulmanes, mediante mentiras y falsedades, o bien recolectando narraciones adulteradas o débiles citadas en los libros de las diferentes escuelas, las que son rechazadas por los entendidos. Todos los musulmanes se pueden dar cuenta de ello.

El mismo Profeta del Islam (ByP) se dirigió a la gente de esta manera en su peregrinación de despedida:

«Se han incrementado las mentiras acerca de mí, y se incrementarán más todavía. Quien miente sobre mí en forma intencionada está preparando su sitial en el fuego. Siempre que os llegue un hadiz, corroboradlo con el Libro de Allah y mi Sunnah, aceptando aquello que esté de acuerdo al Libro de Allah y rechazando lo que discrepe con el Libro de Allah y mi Sunnah».

Conociendo nosotros todo esto, entonces debemos preguntarnos, ¿a beneficio de quién algunos saboteadores se dedican a editar libros y publicaciones que difunden el sectarismo y las diferencias entre los musulmanes, acusándose de incrédulos entre sí, y sembrando odios en las personas, siendo que el Mensajero de Allah (ByP) dice:

«No entraréis al paraíso hasta que tengáis fe, y no la tendréis hasta que os demostréis afecto. ¿Queréis que os indique una acción que hará que demostréis afecto? ¡Incrementad el saludo entre vosotros!».

Sin lugar a dudas, esto es obra del imperialismo mundial el cual tiembla a causa del avance del Islam y quienes buscan la consolidación de la comunidad de Muhammad (ByP). Tienen miedo de su poder, sus capacidades humanas y naturales, y su magnífica ideología.

Lo más adecuado es que los sabios y escritores del Islam, y aquellos que se interesan por la Ummah y el Mensaje del Islam con sinceridad y conciencia, enfrenten tenazmente a los que siembran estas divisiones e invoquen a la unidad entre los musulmanes y solucionen sus problemas relacionados con la ideología y la jurisprudencia, mediante indicios y pruebas científicas.

Dice Ibn Shahr Ashub en su libro Las virtudes de la familia de Abu Talib: «Una mujer dejó como legado que con un tercio de sus riquezas se hiciera caridad, se realizara la peregrinación en su representación, y se liberara a un esclavo, pero el dinero no alcanzaba para todo eso. Le preguntaron a Abu Hanifah y a Sufian Az-Zuri, los dos coincidieron en lo siguiente: Busquen a una persona que no pueda continuar con su peregrinación y ayúdenla con eso, a un hombre que quiera liberar a un esclavo y le falte algo, y ayúdenlo con eso y con el resto den limosna. Mu’awiah Ibn Ammar le preguntó a Abu Abdul-lah As-Sadiq (P) al respecto. El dijo (P): «Hay que comenzar con la peregrinación, ya que es un precepto y una obligación, y si queda algo, hay que dispensarlo en oraciones superogatorias». Cuando Abu Hanifah se enteró de esto, se rectificó».

Narra Abul Qasim Al-Baggar en Musnad Abu Hanifah, que Al-Hasan Ibn Ziad dijo que escuchó la respuesta que Abu Hanifa dio cuando se le formuló la siguiente pregunta: «¿Quién es el más sabio que has visto?». Respondió: «Ya’far Ibn Muhammad. Cuando el califa Al-Mansur lo convocó, me escribió lo siguiente: «¡Oh Abu Hanifah! La gente está fascinada con Ya’far Ibn Muhammad, así que prepara para exponerle las cuestiones que consideres más difíciles». Le preparé cuarenta cuestiones, y luego Abu Ya’far Al-Mansur, quien estaba en Hira (Iraq), envió por mí. Fui donde él, y cuando entré vi a Ya’far sentado a su derecha. Ya’far me infundió un respeto y una modestia que no me infundía Abu Ya’far (Al-Mansur). Lo saludé y después que me contestó me senté, luego se dirigió hacia él diciendo: «¡Oh Abu Abdul-lah! Este es Abu Hanifah». Respondió: «Sí, lo conozco». Después se dirigió hacia mí y dijo: «¡Oh Abu Hanifah! Exponle a Abu Abdul-lah tus cuestiones». Comencé a exponérselas y él me contestaba. Decía: «Según vosotros es de tal forma, según la gente de Medina es de tal otra y nosotros decimos esto, en algunas de estas cosas seguimos lo mismo que ustedes, en otras lo mismo que ellos, en estas otras cuestiones diferimos todos, etc.»… hasta que le expuse las cuarenta cuestiones sin que haya dejado ningún cabo suelto en ninguna de ellas». Luego agrega Abu Hanifah: «Por cierto que es el más sabio de entre la gente».

Estos dos hadices nos dejan en claro la objetividad y la metodología científica que debe haber en un diálogo y exposición de cuestiones, y cómo después del diálogo objetivo se llega a un resultado acertado.

Este es el tipo de metodología que el Islam reconoce para las cuestiones de jurisprudencia, y que se dispone como base para alcanzar las realidades. Esta es la conducta que los ulama e investigadores deben seguir, y a la que todos deberían aferrarse.

Como ejemplo del pensamiento científico intachable, encontramos al gran Imam Shaij Mahmud Shaltut, Shaij de la distinguida universidad de «Al-Azhar», quien dio una fatua (dictamen religioso) para los miembros de las escuelas islámicas hanafita, hanbalita, malikita y shafi’ita, que es lícito actuar de acuerdo a la escuela shi’a imamita, así como también lo es actuar de acuerdo con otra escuela islámica diferente. Como él lo expone claramente, esto es correcto y aceptado. Su sucesor como Shaij de Al-Azhar, el doctor Shaij Muhammad Muhammad Al-Fahham, siguió sus pasos.

Consideramos muy beneficioso que transmitamos textualmente las fatuas respectivas de ambos:

Fatua dictada por su eminencia el Shaij de Al-Azhar, en relación a la condición de lícito de actuar según la escuela shi’ah imamita:

Le fue preguntado a su eminencia:

Algunas personas opinan que es obligatorio para el musulmán, para que su adoración y procederes sean realizados en forma correcta, que siga una de las cuatro escuelas renombradas, entre las que no están la escuela shi’ah imamita, ni la shi’ah zaidita. ¿Su eminencia está absolutamente de acuerdo con esta opinión? ¿Considera prohibido, por ejemplo, seguir la escuela shi’ah imamita duodecimana?

Su eminencia respondió:

1- En el Islam no es obligatorio para nadie que siga alguna escuela en especial, sino que decimos: Cada musulmán tiene derecho a seguir, desde el comienzo, a cualquiera de las escuelas transmitidas correctamente, donde sus normas estén registradas en sus libros procedentes, así como también que cualquiera que siga a una de estas escuelas, comience a seguir a otra, cualquiera que esta sea, sin que tenga ningún tipo de impedimento para ello.

2- La escuela ya’farita, conocida como shi’ah imamita duodecimana, es una escuela según la cual es lícito actuar, de la misma manera que con las demás escuelas de la Sunnah. Es conveniente que los musulmanes sepan esto, y que se libren del fanatismo sin razón contra determinadas escuelas. Ni la religión de Allah, ni Su Shari’ah (ley islámica) siguen o se limitan a una escuela en particular, sino que todas tienen muytahidin (personas capacitadas para extraer las normas islámicas) que son aceptados ante Allah, Glorificado Sea, y a quien no tiene capacidad para dar su opinión y realizar Iytihad (extracción de las normas), se le permite seguir a cualquiera de ellos y actuar según lo que dispusieron en sus jurisprudencias. En esto no hay diferencia entre los actos de devoción o las transacciones».

Mahmud Ash-Shaltut

El fallecido Doctor Muhammad Muhammad Al-Fahham, quien también fue Shaij de Al-Azhar en su época, siguió los pasos del Imam Mahmud Shaltut el precedente Shaij de Al-Azhar, diciendo:

Que Allah se apiade del Shaij Shaltut, quien noblemente se ocupó en promulgar su clara y valiente fatua, cuando dijo su contenido respecto a lo lícito de actuar según la escuela shi’ah imamita, al considerarla una escuela de jurisprudencia islámica, que se basa en el Libro de Allah y la Sunnah o tradición profética, y en argumentos fuertes. Que Allah corone con éxito las acciones de aquellos que siguen este recto sendero de definir a los hermanos en la verdadera creencia islámica.

«Y di: ¡Actuad!, que Allah, el Mensajero y los creyentes seguirán vuestras acciones».

Alabado sea Allah, El Señor del universo.

Muhammad Muhammad Al-Fahham

De esta manera encontramos que el camino para la unidad islámica es claro y abierto para aquellos musulmanes sinceros, quienes deben rechazar las diferencias secundarias y los fanatismos, y arrancar los motivos de división y someter las teorías y opiniones a la investigación y al análisis científico y objetivo.

Nosotros invitamos a los miembros de la Ummah en cualquier lugar a que tomen conciencia de la situación política y social delicada por la que atraviesan los musulmanes, trabajen activamente para la unidad, rechacen las divisiones, se miren unos a otros con ojos de afecto y hermandad,… y a que identifiquen a quienes promueven las diferencias y el fanatismo entre ellos, rechazándolos y aislándolos.

Como final de este libro, le pedimos a Allah, que una a la Ummah, que aleje a los saboteadores y a quienes difunden la discordia entre los musulmanes, y que ayude a quienes trabajan para la aplicación de la Shari’ah.

«Y di: ¡Actuad!, que Allah, el Mensajero y los creyentes seguirán vuestras acciones».

(Los Senderos de Ahlubeyt, su posición y trayectoria)

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