EL ALFABETISMO EN EL ISLAM: EDUCACIÓN PARA TODOS

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Educación para todos

“¡Lee! [¡oh, Muhammad!] En el nombre de tu Señor, Quien creó todas las cosas. Creó al       hombre de una célula embrionaria. ¡Lee! Que tu Señor es el más Generoso. Enseñó la         escritura con la pluma y le enseñó al hombre lo que este no sabía”. (Corán 96:1-5)

La primera palabra del Corán revelada al Profeta Muhammad, que Dios le dé paz, fue “lee”. Lee, en el nombre de tu Señor. Dios les pide a los creyentes que lean, busquen el conocimiento, contemplen el universo y sus maravillas, y den gracias. En consecuencia, desde el primer día, el Islam ha animado el alfabetismo y la educación. Por todo el Corán, Dios enfatiza repetidamente la importancia de la educación.

 “Dios elevará en grados a los creyentes y a quienes agracie con el conocimiento”. (Corán   58:11)

 “No te adelantes [¡oh, Muhammad!] a repetir lo que te es revelado del Corán hasta que       [el ángel Gabriel] concluya [de recitarlo], y di: ¡Oh, Señor mío! Acrecienta mi   conocimiento”. (Corán 20:114)

Desde sus inicios, el Islam ha animado el aprendizaje. Fomenta la investigación científica, abre los círculos de aprendizaje, el uso de los recursos de la comunidad, la revisión por pares, los enfoques de solución de problemas, la narración de historias y la educación gratuita. La importancia de la formación se destaca por el hecho de que el Profeta Muhammad estableció la educación como parte integral del Islam.

El Profeta Muhammad estableció las primeras sesiones de conocimiento en Darul Arqam[1]. Él se sentaba en la mezquita después de las oraciones, sus compañeros se reunían a su alrededor, les enseñaba sobre los fundamentos del Islam, la importancia de la moral y la gran importancia de la Unidad y Unicidad de Dios. El Profeta Muhammad enseñó a los estudiantes versículos del Corán en sus sesiones de conocimiento, y envió profesores de Corán a las comunidades fuera de La Meca y Medina.

Memorizar y entender el Corán fue, y sigue siendo, el tema más importante en la educación islámica, seguido por aprender y memorizar las tradiciones del Profeta Muhammad. Estas tradiciones son transmitidas a través de una cadena de narración que garantiza su autenticidad, de la misma forma en que las listas de referencia y las bibliografías son utilizadas hoy día para garantizar la honestidad en los círculos académicos.

Los maestros siguieron de cerca las tradiciones del Profeta Muhammad, que Dios le dé paz. Ellos se sentaban en el suelo con sus pupilos sentados en un semicírculo frente a ellos. Al lado del maestro estaba su alumno más confiable y avanzado, transcribiendo todo lo que decían. La educación en el Islam creció rápidamente de pequeños grupos de aprendizaje a escuelas adjuntas a las mezquitas. En poco tiempo, escuelas más grandes y universidades comenzaron a surgir por todo el Califato Islámico.

A medida que el Califato se extendía, el método de enseñanza del Profeta se difundía. Reunir y transmitir el Corán y el conocimiento islámico fue considerado una ocupación digna de elogio. Los Kuttab (sabios) y Mualimun (profesores) se encontraban en todas las ciudades y pueblos islámicos. Ibn Hawqal, en su visita a Sicilia, declaró haber contado alrededor de 300 profesores de primaria. Jubair B. Haiya, que más tarde fue oficial y gobernador a comienzos del Califato Islámico, fue profesor en una escuela en Taif. Personalidades islámicas como Al Hayad y los poetas Al Kumait y Al Tirimah, se dice que habían sido maestros de escuela[2].

Los eruditos más reconocidos y respetados, consideraban un honor el enseñar. Se dice que Ibn Muzahim (muerto en 723 d.C.), exégeta, tradicionalista y gramático, tuvo una escuela en Kufa a la que asistían más de 3.000 niños. A fin de supervisar a todos sus pupilos, cabalgaba arriba y abajo de las filas de los niños en una mula.

Otros temas comenzaron a ser agregados a la educación islámica. Hubo clases de modales islámicos, ley y jurisprudencia islámicas, matemáticas, gramática, medicina, agricultura, ética, civismo, economía e historia. Los profesores, sus asistentes y sus estudiantes, todos tomaban la educación muy en serio. El método de un profesor está descrito en el siguiente párrafo:

“Repasó varias veces el pasaje del libro de leyes, lo revisó con los estudiantes después que lo habían aprendido de memoria, llamó la atención sobre las decisiones divergentes de los Imames Málik y Abu Hanifa en particular, y a veces de otros y de las reservas del texto. Luego citó los textos probatorios, y luego expuso casos análogos en un lenguaje muy claro, repitiéndolos con diferentes palabras hasta que quedaron fijos en las mentes de los estudiantes”[3].

Las mezquitas y escuelas por lo general eran fundaciones de caridad. El alfabetismo y la educación eran patrocinados tan vigorosamente que a ningún pupilo se le daba la espalda. La falta de dinero no significaba falta de educación. Existen notables similitudes entre los procedimientos establecidos en las primeras instituciones islámicas y los centros educativos de la actualidad. Había premios en concursos de habilidad, poesía y oratoria, se llevaban a cabo exámenes y se entregaban títulos.

Un famoso educador fue Ibn Sina (conocido en Occidente como Avicena), que era un pensador, doctor y profesor. En el siglo X d.C., escribió libros de texto médicos que fueron utilizados como referencias médicas primarias por más de 800 años. Ibn Sina desarrolló planes de estudios y teorías de educación capaces de soportar las pruebas del tiempo.

Él enfatizó la necesidad de los niños de aprender el Corán, poesía, devoción y ética. Pero a la vez, no ignoró las necesidades del niño de jugar, moverse y divertirse[4]. Pensaba que el objetivo general de la educación era el crecimiento físico, espiritual y moral de cada individuo. Pensaba que la educación es la forma de preparar a los niños para que hagan contribuciones duraderas a su sociedad.

Aunque analfabeta, el Profeta Muhammad, que Dios le dé paz, entendió la importancia del alfabetismo y de la educación. Él inspiró a sus seguidores a buscar el conocimiento y a pasar ese conocimiento a los demás. Enseñó la importancia de memorizar el Corán y de actuar según el conocimiento que éste transmite. Animó a sus seguidores a mirar las señales de la magnificencia de Dios en el mundo a su alrededor. Para amar a Dios uno tiene que conocerlo, y conocerlo viene de entender el esplendor del mundo que Él creó. El conocimiento es la llave para amar a nuestro Creador y adorarlo de la mejor forma.

origen: islamreligion.com